LOS
CANTARES DE DZITBALCHÉ*
Los
Cantares de Dzitbalché, como su nombre lo indica,
proceden del pueblo de este nombre del Estado de Campeche.
Fueron descubiertos en Mérida alrededor del año
1942. No todos los cantares están completos, desgraciadamente,
pero constituyen el único ejemplo conocido hasta
hoy de un códice de este tipo de literatura en toda
el área maya. Son, en efecto, 15 cantares y una portada,
pero ésta reza: "El Libro de las Danzas de los
Hombres Antiguos, que era costumbre hacer acá en
los pueblos cuando aún no llegaban los blancos".
Y es que sin duda se cantaban danzando. Se refieren a diversos
temas.
Nos
hacen tener un ejemplo auténtico de la letra que
acompañaba a las danzas, porque la música
¡ay! no ha quedado fijada en modo alguno; nos aclaran,
datos vagos que teníamos de algunas costumbres o
menciones de ellas en algunas viejas crónicas. Tal
por ejemplo el sacrificio por flechamiento relatado por
Landa y el Kay Nicté o Canto de la Flor (No. 9) (donde
la flor simboliza el amor carnal), cuya memoria se conserva
aún hoy y quizás se practique el rito todavía.
En estos cantares, además, tenemos los nombres de
instrumentos musicales. Por ejemplo en el No. 12 se mencionan
el tunkul que hemos citado, el zacatán, probable
nombre del tambor vertical, que no se registra ni en el
Diccionario de Motul ni en el de Juan Pío Pérez;
el caracol y, por último, "la cantadora jícara",
que nos hace pensar en las "trompetas largas y delgadas
de palos huecos, y al cabo unas largas y tuertas calabazas"
que describe Landa, aunque quizás se trate de un
instrumento diferente. En ese cantar también se menciona
el Holpop y otros funcionacios y a los farsantes, bailarines,
contorsionistas, saltarines y corcovados...! En el No. 7
se mencionan las sonajas y la concha de tortuga con el nombre
de cocbox o sea carapacho de tortuga terrestre.
Desde
el punto de vista físico, los Cantares de Dzitbalché
ofrecen las siguientes características:
1.
Están escritos en papel español cuando se
hallaba en parte deteriorado. Sobre el deterioro original
ha sufrido otros posteriores a la escritura.
2.
Cuando el deterioro del papel existía previa a la
escritura, ésta se acomodó a aquél.
El posterior deterioro la dañó parcialmente.
Éste consiste en picaduras y desgarros en lo que
respecta al papel mismo y en deslavadura de la tina por
efecto de humedad, luz, etc. El papel tiene la pátina
del papel blanco viejo; la tinta es entre negra y ocre.
3.
Formaron como hemos dicho antes un libro, de hojas cosidas
con fino hilo de henequeén, del cual sólo
quedaban débiles vestigios al momento de su adquisición.
Las hojas tienen más o menos 21 centímetros
de altura, por 15.5 centímetros de anchura.
4.
La grafía es tosca pero firme, toda en mayúsculas
trazadas, a lo que parece, parte con el cheeb maya o sea
una marita de madera aguzada de varias medidas y parte con
pluma de ave.
5.
Con excepción de cuatro de los textos, todos los
demás están escritos a dos columnas, imitando
el verso español.
Desde
el punto de vista filológico ofrecen peculiaridades
bien suyas, a saber:
1.
Sigue la ortografía tradicional del siglo XVIII,
cuando se había descartado el uso de la cedilla,
usándose la z en lugar de aquélla, pero conserva
el uso de la c para el fonema oclusivo palatal sordo (k)
y k para la misma articulación pero con cierre simultáneo
de la glotis (k').El reformador de la ortografía
que suprimió la cedilla fue Fray Pedro Beltrán
de Santa Rosa en 1742 (su Arte fue impreso en México
en 1746); este hecho da la pauta para considerar el libro
de los Cantares de Dzitbalché como copia sacada de
otro original en dicho siglo XVIII.
2.
Abusa del uso del guión para separar una palabra
de otra, pero este uso no es preciso: algunas veces falta,
otras divide las palabras mismas de modo arbitrario.
3.
Usa siempre el signo v en vez de u.
4.
Usa el apóstrofo en pocas ocasiones como signo de
glotalización; las más veces para determinar
contorno como en el caso de h'uayah -yaab y t'okol
(Cantar No. 3).
5.
Las consonantes glotalizadas están representadas
dobles en el caso de la p' y de la t'; con apóstrofo
en el caso de la ch' (línea 12 del Cantar No. 1:
H'ch'oo) o doblando la h con la adición o no del
apóstrofo. Sin embargo, en un mismo texto puede verse
la th y t' para el mismo fonema; y la falta del apóstrofo
en la ch glotalizada. La letra k en la ortografía
tradicional siempre ha representado el fonema glotalizado
oclusivo palatal sordo; no obstante, en la grafía
de los Cantares a veces tiene doble trazo vertical. Algunas
veces se usa la c para este fonema.
Las
vocales en varias ocasiones están representadas con
acento; éste en algunas vocales finales representa
clausura glotal final. La duración vocálica
está indicada doblando el signo correspondiente.
6.
El dialecto es muy semejante al del norte de Yuctán,
pero algunas palabras aparecen con el sufijo -il infijado
en seguimiento de las vocales, diptongando éstas
como en el caso de kaibeilt que en el norte se dice kabet.
7.
Las nasales m y n se intercambian sin precisión o
vienen juntas (tunmen por tumen).
8.
Al plural -oob a veces le falta la b.
Aunque
titulamos cantares a todos los textos del códice,
algunos de éstos más parecen narraciones o
explicaciones sin otra particularidad que la de estar escritos
en columnas, a manera de verso, sin haberlo propiamente.
Tales los números 3, 5, 9 y 10. En otros el estilo
es de oración religiosa de humilde siervo de la divinidad
como los números 2 y 6. Los números 1 y 13
están íntimamente relacionados: el primero
parece la introducción del segundo: describe a los
danzantes sacrificadores del sacrificio a flechazos y a
la víctima; se dirige a ésta animándola,
al mismo tiempo que menciona a los funcionarios que asisten
al sacrificio. El número 13 es el canto dirigido
a los danzantes sacrificadores, describiendo cómo
se han aderezado y cómo deben ejecutar el sacrificio.
El estilo de estos dos cantares es magistral por su composición,
su ritmo y sus figuras.
El
cantar No. 4 está dedicado a las mozas que van al
matrimonio, describe su felicidad y las invita al canto
y a poner sus corazones a las divinidades.
El
No. 8 es una patética endecha de orfandad. Es uno
de los que tienen corte redondo y estilo puro en su cadencia,
aunque su lenguaje sea llano.
El
cantar No. 11 narra el amanecer cuando la noche con sus
estrellas y sus animales se oculta y el día nace
alegre. El No. 14 parece introducción del siguiente
y último No. 15. El primero de éstos se refiere
a las aves que alegres cantan y a quien debemos imitar.
El segundo es un canto de amor a una mujer a la cual se
invita a engalanarse y lucir bella para alegrar la hora.
Los tres cantares de este grupo son puramente líricos,
de buen estilo.
El
No. 12 canta la ceremonia del recibimiento del nuevo año,
después que han pasado los días aciagos. Su
estilo es descriptivo y llano.
Además
de los 15 cantares descritos, la portada tiene interpolada
una cuarteta de estilo popular que todavía dura y
aparecen fragmentos de otros arriba del comienzo de los
cantares 14 y 15, que se explican en las notas correspondientes
a estos dos cantares.
Todos
los cantares son valiosos documentos etnohistóricos.
La
transcripción se ha hecho siguiendo lo más
exactamente posible el original, respetando sus líneas
(que han sido numeradas) su división de las palabras
o frases con guiones y su ortografía. Las partes
reconstruidas del texto se han marcado con calderores [
] y las que sobran se han indicado con paréntesis
angulares < >. Esto último solamente cuando
se ha considerado estrictamente necesario hacerlo.
La
traducción se hizo apegándose lo más
cerca posible a la letra, forzando en veces la sintaxis
española, lo cual no perjudica a este idioma y sí
conserva el espíritu de la lengua maya.
A.
B. V.
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*
Tomado de: El libro de los cantares de Dzitbalché.
Alfredo Barrera Vásquez, Ediciones del Ayuntamiento
de Mérida, Yucatán. 1980, 144 p.