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Opinión de Gumercindo Tun Ku
 
(13 de junio de 2012)

"Excelsa virtud de la lectura"

 
 
“La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso”. Bacon
 

Francamente, no recuerdo exactamente, cuánto tiempo ha pasado desde que tuve en mis manos, uno de los tantos ejemplares de los libros del rincón que año con año llegan a las escuelas públicas como parte del Programa Nacional de Lectura, implementado por el Gobierno Federal para el fomento de la lectura entre los alumnos; hasta que recientemente volví a toparme con aquel mismo libro, no lo pensé dos veces, me emocioné tanto que lo leí otra vez, como si nunca antes lo hubiera leído; "Donde habitan los ángeles".

Sí, así es, este pequeño gran libro, de la autora Claudia Celis, es en sí, una historia escrita cual fotografía,  dada la exquisitez del manejo de las expresiones; que la hace tan vívida, que nos transporta al verdadero mundo real de la fantasía y de la ilusión, en el carro de la imaginación; lejos de este mundo fantasioso de la realidad.

Comparto esto, porque esta ocasión tuve la oportunidad de dárselo prestado a una hijas, que desde hace un tiempo vive conmigo, ya que por cuestiones del destino no creció a mi lado y se quedó ahora,  cuando ya es una señorita, y cuando me veía con un libro en la mano, me decía “papá ¿Por qué lees? a mí, me aburre la lectura, lo tengo que hacer, sólo por la escuela”. Esta ocasión le dije: nena te presto este libro léelo. Serian como las 10 de la noche del jueves.

Sábado siguiente, el libro estaba sobre mi mesa, tenía yo un compromiso de trabajo así que no estaba en casa, mi hija es una gran deportista, tenía ese día un partido de futbol en la ciudad de Mérida, Yucatán, eran las semifinales de la liga femenil de primera fuerza. De pronto recibo un mensaje en el celular que transcribo textualmente: “ay papito, qué bonito libro, me hizo reír, me hizo llorar…tkm.”

Yo sonreí, le contesté comentándole que efectivamente todos los libros siempre son historias que se comparten con nosotros y por eso había que leer más cada día, para descubrir ese mundo de vivencias, aparentemente ocultas.

A través de estas líneas, les comparto esta experiencia familiar, demostrando una vez más, la gran importancia que tienen los libros en la sociedad, y sólo leyéndolos podemos cambiar nuestra propia visión y concepto sobre los mismos, que lejos de tomarlos como objetos inanimados y aburridos, debemos considerarlos como entes que pueden transformarnos la vida.

La lectura, es privilegio, es la esfera de perfecta de toda nuestra originalidad humana, sin límites en el espacio y el tiempo; cabe, creo, retomar algunas reflexiones de por qué en México, nuestro país no crecemos, y seguimos sumidos en una lamentable tragedia de ignorancia, de pobreza y  marginación, donde la educación simplemente no avanza por consecuencia; no alcanzamos la otra orilla del río, de la cultura, el progreso y el desarrollo humano y social.

Saramago enfatizaba “las palabras son solo piedras puestas atravesando la corriente de un río. Si están allí es para que podamos llegar al otro margen, el otro margen es lo que importa.”

No quisiera que este texto se convirtiera en un análisis estadístico de la lectura en nuestro país, así que evitaré mostrar el lugar que ocupamos en el mundo. Retomo la experiencia familiar como ejemplo para demostrar que leer, es magia que abre la puerta a una nueva dimensión inimaginable hasta después de estar ella.

Yo recuerdo los años ochenta, leer  Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach,  la Búsqueda, de  Alfonso Lara Castillo, hacían sentirme especial; adentraba en ese entonces mis primeros pasos a otro espacio, a otro mundo, fueron estos libros, el sendero a seguir; que después se amplió en un camino, donde al abrir los ojos,  ahí están, Juan Rulfo, García Márquez, Cervantes, Fuentes, Gabriel Zaid, entre muchísimos grandes de la literatura, que llegamos a pensar que necesitamos más tiempo para leerlos a todos.

Si, volviendo a este pequeño gran libro “Donde habitan los ángeles”, es un buen ejemplar para despertar el interés por la lectura y lograr el objetivo, leer por gusto, por placer, por sentirnos vivos en un mundo de “muerte” humanista, atrapado en la telaraña cibernética de la comunicación donde cada día estamos más aislados, desvaneciéndose la oralidad de nuestra propia voz.

Leer, leer y leer, vivir en mundos distantes y vidas distintas en un solo momento, donde el paisaje es una  amalgama filigrana de aventuras y emociones, disfrutar y padecer lo inimaginable.

Busquemos pues, la excelsa bondad de los libros, a través de la lectura.

 
 
 
Fuente: Gumercindo Tun, 13/06/2012 / Foto: Santiago Canto Sosa, 2012