Escribir y leer poesía en estos tiempos tiene sus contradicciones, para aquellos que no leen, simplemente dicen “para qué” y los pocos que se atreven, tratan de verle ese sentido humanístico que creen que llevan; lo que es cierto, es que entre escritores y poetas, los últimos son los que tienen menos lectores.
Aquí cabe una reflexión que hace Jaime Jaramillo Escobar: mientras el poeta propone la libertad para vivir, “para la mayoría de las personas, la vida es una esclavitud a la que ellas mismas se condenan, << ¡somos esclavos! >> gritan ¿Cómo quiere usted que leamos poemas?".
Sí, la verdad, es un desastre esto de la poesía, un bello desastre de destruir y reconstruir el mundo que vive flotando sobre su fantasiosa realidad; es tanta la creatividad del hombre que dice, que la poesía tiene algo de divinidad y merece respeto, tanto, que por eso no se atreven a leerla con su voz mundana. Simplemente paradójico. |
La poesía en medio de todo el caos, sobrevive, y seguirá así, mientras exista un poeta en vida, y ¿qué tenemos que hacer entonces?, sembrar la semilla de la creación literaria en las nuevas generaciones, ofrecerles los elementos necesarios y los espacios de encuentro y reflexión, que permitan consolidar esa visión.
Con ese interés se presenta el Proyecto Escuela de Escritores, que coordina el poeta Julio Peniche, con talleres los sábados de cada 15 días, en la Casa de la Cultura de Calkiní, dirigido principalmente a personas interesadas en la escritura artística (poesía, prosa).
Esperamos, entonces, encontrar ese hilo infinito de la creatividad, descubrir el camino de la libertad. |