Un profesor de física me decía
que la Teoría de la Relatividad
le era difícil explicar
porque las variaciones
en la velocidad del tiempo
no se pueden vivenciar.
No sería inteligente, le dije,
a los físicos refutar,
pero existe otra relatividad del tiempo
que no es preciso
con ecuaciones demostrar:
Durante nuestra niñez y adolescencia
las manecillas del reloj
giran despacio,
las hojas del calendario
se desprenden lentas
y nuestros cumpleaños,
as primaveras y las navidades
siempre llegan con retraso.

Durante nuestra juventud y madurez
el tiempo regula su paso
y nuestros cumpleaños,
las primaveras y las navidades
llegan en el momento esperado,
pero al llegar a la vejez
las manecillas del reloj
aceleran su paso,
del calendario, cual árbol en otoño,
las hojas caen sin descanso
y nuestros cumpleaños,
las primaveras y las navidades
llegan a cada rato
anunciándonos indolentes
que el tiempo relativo de la vida
se nos está agotando
y el tiempo absoluto de la muerte
en la tumba nos está esperando.