El corazón de Ah' Canul - 23
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Dr. Silverio Flores Cáceres
Embajador de la ciencia mexicana ante el mundo (I)
Jorge Jesús Tun Chuc
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“Yo no tengo un talento especial, soy solamente apasionadamente curioso”
Albert Einstein

 

El 6 de abril de 1917 el Congreso de los Estados Unidos declara las hostilidades a Alemania, para luchar a favor de los Aliados; en la Primea Guerra Mundial que desangró a Europa de 1914 hasta 1918.

El 11 de noviembre de 1918, en un vagón de ferrocarril estacionado en el bosque del Palacio de Versalles, de la ciudad de París, una delegación germana pasaba el trago amargo de la derrota, durante la firma de la rendición incondicional de Alemania y el resto de su bloque militar, dejando en los campos europeos; más de ocho millones de muertos entre ambos bandos.

El delirio por dominar a sus semejantes, permanece dormido en el cerebro humano pero, basta el menor pretexto para que despierte, y siempre la muerte en los pueblos y campos del mundo.

La guerra es la peor tragedia humana provocada por mentes maquiavélicas en diferentes épocas históricas. El odio, la ambición, la deslealtad y la envidia, son algunos de los rostros de la imperfección del hombre. A pesar de las lecciones, ninguna generación ha aprendido de las enseñanzas de la Historia. En términos generales, es triste reconocer que la humanidad es una sociedad sin esperanza, pues parece que está empecinada y a la vez resignada a aniquilarse por su propia mano. En fin, este era el panorama mundial en 1918.

Hablando de educación, en las primeras décadas del siglo XX la niñez y la juventud del Camino Real, tenían pocas oportunidades para estudiar y lograr un título profesional que, les permitiese abrirse paso exitosamente en el duro camino de la vida.

La mayoría de los habitantes de la villa del ancestral balché, eran indígenas mayas que, vivían sumidos en la ignorancia y la marginación. Eran tiempos difíciles en que soplaban vientos bélicos, que luego se recrudecieron en forma de secuelas económicas y sociales de la postguerra.

En Dzitbalché, las familias pudientes que vivían en el centro, generalmente se dedicaban al comercio, ejercían algún oficio, y unos cuantos eran dueños de alguna hacienda donde se dedicaban a la producción agropecuaria. La situación económica más desahogada de este estrato social, le daba dos opciones: Continuar con la actividad asimilada de sus padres, o decidirse a tomar el camino del estudio, en busca de una profesión que le diera prosperidad económica y prestigio en el entorno comunitario. Pero aún con el factor monetario a su favor, sólo unos cuantos jóvenes se animaban a dejar el ambiente pueblerino, para aventurarse en las burbujas urbanas. Incluso, la educación primaria en ese tiempo era incompleta en Dzitbalché ya que se impartían clases desde primero hasta cuarto grado. La población económicamente activa, era en consecuencia, de bajo perfil académico, de gente dedicada a diversos oficios, como son: abarroteros, panaderos, agricultores, pequeños ganaderos, albañiles, carpinteros, peluqueros, sastres, abastecedores y talabarteros; entre otras actividades.

Las personas que no confiaron su destino a los beneficios de la educación, pasaron por este mundo como seres anónimos, sin pena ni gloria. En cambio, los que tomaron la senda luminosa del conocimiento, emigraron a otros lares donde se quemaron las pestañas estudiando, imponiéndose para ello; sacrificios y privaciones en aras de un porvenir digno, dejando para otro tiempo su regreso al terruño nativo. Algunos de estos esforzados ciudadanos, lo hicieron de excelente manera. Regresaron a Dzitbalché con el espíritu lleno de satisfacciones por sus logros personales, con la frente en alto y con el reconocimiento y la autoridad que les da su intelecto y sapiencia. Uno de los ejemplos más notables, es el que representa el mundialmente ameritado, Dr. Silverio Flores Cáceres, quien puso en alto el nombre de su pueblo natal dentro y fuera de nuestras fronteras.

Silverio Flores Cáceres nació en la villa de Dzitbalché, Calk; Camp, el 10 de febrero de 1918. Es el primero de los hijos del matrimonio formado por Dn. Silverio Flores Cuevas y la Sra. Dolores Ramona Cáceres Gómez.

Sus dos hermanos son Flory Mary, ya fallecida; y Henry Eloy quien radica en Guadalajara desde hace muchos años. Vivió en la casa familiar que se encuentra en la calle 23 s/n, en el lado sur de la Plaza Principal de la villa hasta agosto de 1924, pues en septiembre de ese mismo año, cuando el pequeño Silverio contaba con seis años de edad, su madre quien era maestra de educación elemental; lo llevó a la ciudad de Mérida, Yuc. Inscribiéndolo en la Escuela Primaria “Felipe Carrillo Puerto”, ubicada en al barrio de San Cristóbal, terminando en esa institución educativa sus primeros estudios en 1930.

Su padre, que era de principios conservadores y muy arraigado al modo de vida y a la idiosincrasia de su tiempo, nunca estuvo de acuerdo que su hijo se alejara del seno familiar. Llegó a ser tanta la insistencia de Don Silverio que, no le quedó más remedio a Doña Dolores que traer de nuevo a su hijo, una vez éste concluyo su educación primaria allá en la capital de “la tierra del faisán y el venado”.

Ya nuevamente en casa, se dedicó a trabajar con su padre en el cultivo de rábanos y cilantro que, el propio niño vendía en el mercado, Silverio estuvo alejado de las aulas por espacio de tres años.

La filosofía de su progenitor era que, todo hijo varón aprendería desde pequeño algún oficio práctico que le generara dinero y con ello, ganarse una buena imagen de hombre trabajador en la sociedad circundante.

El panorama no era nada halagador para el pequeño Silverio. Pero, su madre no se resignaba a que su hijo se quedara marginado de los beneficios que brinda la educación.

Doña Dolores no quitaba el dedo del renglón. Tenía que convencer al padre de Silverio para que éste, estudiara.

Al fin, la insistencia y perseverancia de Doña Dolores dieron los frutos que ella anhelaba: Silverio, el primogénito de la familia Flores Cáceres estaba de regreso a las aulas del saber.

Allá por el año 1934, la Escuela Normal Rural de Hecelchakán era la única oportunidad educativa para los jóvenes de escasos recursos del Camino Real. Es una institución formadora de profesores de educación primaria que, hasta nuestros días continúa su iluminada tarea educativa.

Silverio fue alumno interno en esa escuela desde septiembre de 1934 hasta junio de 1938, allí concluyó la primaria y los dos años de formación magisterial. El joven dzitbalchense obtuvo el título de Profesor de Educación Primaria, después de aprobar excelentemente su examen profesional. Ese mismo año emigró a la Ciudad de México por invitación de unos familiares suyos, quienes le aconsejaron que continuara superándose. El provinciano profesor estuvo de acuerdo con las sugerencias recibidas y, decidido a subir un peldaño más presentó examen para ingresar a la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, ahora transformada en Universidad Autónoma; saliendo airoso de esta prueba.

Así, por cuestiones del destino, nuestro personaje nunca ejerció la profesión de maestro rural, en ese prestigioso centro educativo, Silverio estudió becado; la carrera de Ingeniería en Agronomía entre los años de 1939 y 1944.