I
Yo canto a mi tierra,
Yo canto a mi tierra, la cuna de ilustres ancestros
que dieron sus vidas en paz y en la guerra
y fueron ejemplo perenne de dignos maestros.
Oh, madre abnegada que das a tus hijos la ciencia,
cultura y saber perdurables
y sigues gustosa sembrando simientes fecundas de luz
y esperanza,
y extiendes ansiosa tus brazos afables
e irradias ensueños de dulce armonía, cariño, añoranza.
II
¡Oye, Calkiniense! escucha atento el son de este canto
que expresa el amor al terruño que sigue adelante
con fe y optimismo triunfante,
y a veces con llanto.
Lucha por sus hijos con furia y desvelos,
los cuida y abriga en su manto
y espera con ansia cumplir sus anhelos.
III
Cantemos unidos este himno de paz y justicia,
de lucha, de gloria,
de eterna victoria
que quede por siempre en la historia
y deje en nuestra alma furor de milicia.
IV
Lancemos un grito
que vibre por toda la tierra,
mil voces unidas
eleven su canto de amor infinito,
y expresen la idea sublime que encierra;
¡Loor a Calkinienses que dieron sus vidas!
Y en pos del destino de nuestra existencia
vayamos unidos;
por siempre inconformes sedientos de ciencia
y dulce cariño de seres ausentes,
de años
pasados, presentes,
futuros, testigos de crisis, de daños…
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V
Yo canto a mi tierra
la cuna bendita
que lleva en su seno y encierra
historia sublime de augusta hidalguía.
¡Calkiní, oh, tierra! escucha atenta este canto
que es fiel homenaje a tu estirpe de ilustre realeza,
cultura y grandeza,
baluartes y ruinas que tú guardas tanto.
Mas, piensa que pronto tus hijos habrán de dejarte
e irán a otros lares en pos de un destino;
por más que estén lejos ya nunca podrán olvidarte,
tu fuiste el camino
que ellos pisaron en tiempos de infancia;
y cuando crecieron le dieron ejemplo a sus sucesores,
simiente fecunda de amor que has sembrado en tiempo y distancia,
que esperan un día volver a tus campos trayéndote honores.
VI
Te ofrendo en un pensamiento
mi canto que es fe y sentimiento;
escúchalo tierra querida
y cántalo con mis hermanos
de sangre, de raza y de vida.
En signo fraterno tendamos al mundo las manos,
mostremos que aquí hay corazón y amistad decidida
de mil campechanos que esperan ansiosos.
VII
¡Oye, Calkiniense! escucha un momento mi voz que te llama
y quiere cantar hoy la fama
de ilustres maestros que dieron gustosos
su vida enseñando.
¡Oye, Calkiniense! escucha este himno hoy aquí,
y canta conmigo solemne y ufano un canto sublime a mi buen Calkiní.
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