El corazón de Ah' Canul - 58
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Eterno vacío
Fanny Álvarez
Portada - 58
 
Imagen proporcionada por Fanny Álvarez
 

Pasan los días, las horas, los minutos y poco a poco ella se va decepcionando aún más. Comienza a sentir la falta de alguien a su lado. Ya nada era como antes, todo había tomado un color distinto. Su mundo había caído en tan solo segundos. Ella no se podía explicar el vacío que sentía en su corazón, quién iba a imaginar que era por el amor de un simple chico. Un chico al que ella amaba enormemente, del que esperaba muchas cosas buenas. Sin embargo, ella comenzaba a sentir cierta decepción y dolor por causa del comportamiento de aquel joven. Se negaba a pensar que esa persona a quien amaba ya no regresaría. Tenía muy presente en la mente cada una de las promesas que ambos se dijeron, él a ella y ella a él.

Así fueron pasando más días en los que se sentía sola y sin una opción de salida. Cada vez eran más fuertes sus deseos de buscarlo y de decirle todos los sentimientos que envolvían su mente y corazón.

El chico demostraba estar feliz sin ella, exhibía sin decoro su felicidad que empezaba a vivir con una nueva persona a su lado, mientras alguien que había dado todo por él se iba consumiendo poco a poco en aquellos recuerdos hermosos.

Llegó un determinado momento en que aquel chico iba presumiendo con descaro su nueva conquista, sin importarle el daño que iba ocasionando. Se les veía muy felices, así lo decía la gente que los miraba. Las amigas se lo comentaron, y fue en ese momento que sus ilusiones cayeron por los suelos, y las esperanzas de recuperarlo se destruyeron en segundos. La chica decayó anímicamente. Ya no sonría, ya no salía y cuando se animaba y veía feliz a su único amor se sentía morir.

La música la ayudaba a olvidar, pero sólo por un rato, pues cuando se quitaba los audífonos regresaba a su realidad, la realidad a la que ella no quería enfrentarse, aquel amor, aquel amor…perdido. Todas las noches lloraba interrogándose qué había hecho mal, en qué había fallado. Así se cuestionaba todos los días y todas las noches. Los consejos, inútiles, salir adelante, imposible.

Llegó el día en que la familia cansada por la triste situación fue por ella a su habitación para conversar, y la encontraron sin vida. La tristeza la había consumido, le había robado poco a poco la luz de la esperanza. Junto a ella se encontraba una carta dirigida al ingrato chico que decía lo siguiente: “Quizá ya no te acuerdes de mí, tal vez ni una gotita de afecto. Te lo recuerdo: soy aquella joven que se enamoró perdidamente de ti, que siempre estuvo a tu lado, la que siempre se preocupó por tu bienestar, a la que no le importó dejarte ir para que fueras feliz. Sé que en este momento ya te habrán dado la mala noticia, pero quiero que sepas que hasta el último momento no dejé de pensar en ti, en ti…en ti, solo en ti. Nunca dejé de amarte y por ese amor que te tuve me hundí en el dolor por esperarte para que recapacitaras en nuestras promesas, fue en vano todo. Qué tonta fui que por quererte tanto no intenté buscar otras oportunidades, que no me faltaron y sólo por ti. Sin embargo, no te reprocho nada, fui feliz con tus recuerdos mientras te imaginaba abrazándome de nuevo y envolviéndome con tus besos. Nunca olvides que hubo alguien que te amó mucho y a la que no supiste valorar, adiós para siempre”.

Quisiera acabar esta pequeña historia con lo siguiente. “Valoren a la persona que tienen a su lado, no cualquiera podría demostrar que lo daría todo por una compañía, no cualquiera lo arriesga todo por nada… Valoren el esfuerzo de las personas que les ama”.