Despierta
el árbol de la sed, el alba,
y silba un pájaro de sol en ella;
quiere cortar las nubes de su estrella
con resplandores que la lluvia salva.
Al
conjugar noche y mañana el cielo
ojos de selva encuentra en su camino;
quiere llenar el pozo cantarino
que taladrara el maya con su anhelo.
Aquí
la abeja de potentes alas
abre su rostro y borda en la madera
miel de trabajo que guardó en las sienes.
Y
luego el girasol gira en sus galas
mientras predica el fruto de la cera
en la región del chicle y de los Chenes. |