Texto
copiado, literalmente, de las páginas 33 y 34 del
libro "Historia Gráfica de Calkiní",
de Manuel Herrera Pech.

El
algodón silvestre, las mujeres lo convirtieron en plantíos
en los terrenos que correspondían a sus chozas, con un cuidado
especial que les permitía a la hora de la pizca, una buena
cosecha para la fabricación de sus ropas, tres elementos
para la elaboración de las mantas: un bastidor de madera
cuadrado, más o menos parecido al que utilizan actualmente
en la fabricación de las hamacas.
El
hilo fino lo hacían con una jícara con hoyos en medio,
esos hoyos daban la medida del grosor y con la ayuda de otra persona
que le daba vueltas para colcharlos, colchado que de hecho daba
más consistencia a la hora de colocarlos en el bastidor para
soportar las estiradas, en la elaboración de la manta en
que se utilizaba la aguja.
De
ese algodón se hacían unos cordones de distintos tamaños
y para diversos usos, uno de ellos le fué obsequiando a Montejo
el Mozo, a quién llamó poderosamente la atención,
porque solo en el viejo mundo se conocía. Todos esos trabajos
los efectuaban las mujeres, como parte de su entretenimiento.
En
los archivos de la iglesia encontré unos datos: Entre ellos
figura que esos cordones, se mandaron a España, lo que causó
gran asombro a los Reyes Católicos.
La
miel se conseguía por medio de unos troncos de madera que
les escarbaban el centro, les hacían un pequeño agujero
en medio a donde entraban las abejas con su preciosa carga extraida
de las variadas flores silvestres, los agujeros de los lados los
cubrían con una masa de tierra colorada y zacate picado.
La alfarería quedó como herencia en el poblado de
Tepakán. (Manuel
Herrera Pech)
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