LOS
MAYAS FUERON MUY observadores en los fenómenos naturales
así como también de la conducta de la flora
y la fauna, de la diversidad de cambios tanto en los animales,
como en las aves que viven en el agua, en la tierra, en
los árboles. Así es como se fijaron en los
pájaros trinadores, que anidan en los árboles;
especialmente en la YUYA, que construye su nido colgante
que llama poderosamente la atención de los caminantes
por la forma misteriosa en que lo construye.
En
una ocasión Tranquilino se fijó mucho cómo la YUYA entraba
y salía de su nido y pensó que muy pronto brotarían los
polluelos con sus característicos plumajes; amarillo, negro
y blanco que adornarían las ramas con su vuelo y su trino,
pregonando su presencia entre las demás aves del bosque;
pero también se dio cuenta que otro pájaro de un plumaje
de color distinto se adentraba en el interior del nido de
la YUYA, era un pájaro intruso que con toda seguridad entraba
a robar los huevecillos depositados por la YUYA.
Tranquilino
se fijó bien y se lo contó a su papá con mucha calma y con
todo detalle para que sea entendida la magnitud del daño
y de la maldad de algunos pájaros aprovechados en habitar,
según Tranquilino y sacar de su casa al verdadero dueño;
su papá le contestó:
—¡Mira
Tran!; eso que dices es muy grave, a lo mejor estás confundido.
Sigue observando ese nido y cuando esté seguro me lo vuelves
a decir; pero ahora ve a jugar y déjame trabajar.
Tranquilino
se quitó muy molesto y siguió observando el nido, hasta
que los pajarillos brotaron y grande fue su asombro al ver
salir pajaritos muy negros y feos, además los criaba una
madre intrusa negra al igual que sus hijos. Era el Dziu,
o Tordón.
Aquel
pájaro intruso, junto con su familia emprendieron el vuelo
hacia el horizonte; no conforme Tranquilino siguió observando
otros nidos y llegó a la conclusión de que solamente la
YUYA era víctima de la maldad de otras aves del bosque y
otra vez se lo contó a su papá, sólo que en un tono molesto
y triste. Le dijo algunas cosas y conductas que no están
bien y le preguntó: —¿Qué harías tú si fueras la YUYA?
Su padre le contestó en un tomo muy molesto: —Estoy
seguro que no pasará, pero si así fuera, ese pájaro malvado
merece un castigo muy severo; pues yo lo buscaría para matarlo
pero —primero tengo que ver que entre al nido para atraparlo,
así no habrá duda de que fue sorprendido robando donde no
era su casa.
Con
el paso del tiempo Tranquilino invitó a sus amigos. Ellos
escucharon con atención lo que les contó Tran; y entre todos
acordaron darle un castigo al pájaro intruso. En el nido
de la YUYA prepararon una trampa que consistía en poner
un hilo en la entrada del nido, para que cuando el pájaro
intruso se adentre, jalen ese hilo y así ese pájaro quede
atrapado.
Se
escondieron hasta que vieron entrar al pájaro intruso en
el nido de la YUYA y jalaron el hilo que tenían preparado
en la entrada del nido y así quedó atrapado el pájaro malvado.
Uno de ellos se subió a bajar el nido y el pájaro al verse
prisionero empezó a aletear fuerte para salir; pero los
niños se dieron cuenta y lo agarraron; se percataron también
de que ese pájaro se había tomado los huevecillos de la
YUYA, porque solamente estaban los cascarones y a cambio
de ello depositó los suyos para que fuesen empollados por
la YUYA y así ella se evitase el problema de empollarlos.
Los
niños se enojaron mucho y volvieron a encerrar al negro
pájaro, y lo llevaron al centro de la plaza; para que uno
de ellos pasara con un palo y castigue el acto malo cometido
por el pájaro negro. Ellos decían que: “si se rompe el nido
y sale vivo que se vaya; y así no volverá a hacer maldad,
pero si no, que se muera porque es un ladrón”.
Los
padres de los niños vieron muchos nidos de YUYAS colgados
en el centro de la plaza, en un árbol y les preguntaron
por qué lo hacían y, por qué en los nidos estaban encerrados
diferentes aves, iguanos, avispas, culebras, etc.; los niños
dijeron que por ser malos merecen un castigo para vivir
en paz con la propia naturaleza y los padres los respetaron.
Desde entonces cuando vemos los nidos de YUYAS nos inspiran
respeto porque si los vemos colgados a media plaza es que
los animales que están adentro están recibiendo un castigo
por haber robado o por otra falta más grande.
Con
esta aportación creemos haber encontrado el origen del P’AA
P’UUL (Cantaritos que se rompen) porque en donde se practica
todavía, en algunos lugares se le pone adentro muchas cosas
como lo hicieron Tranquilino y sus amigos que aman y cuidan
el medio ambiente y siguen practicando la relación entre
ellos con la naturaleza misma; que es tan generosa entonces;
pero también delicada cuando la agreden.
*
Narrativa de José Norberto Uc Collí (1917).
Calkiní, Cam.
Fuente:
Leyendas y Tradiciones del Camino Real. José Domingo Uc.
SECUD, CONAFE, PAREB. Campeche, Cam. 1996. 76 pp.
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