Calkiní, 7 de abril de 2005
 
Juan Pablo II, el poeta de los Derechos Humanos
 
 
 

En las manos de Dios está la vida y la muerte,
en el santo Padre se proyecta la esperanza,
una paz que acoge en un cielo que nos alcanza,
una llama que alumbra… ¡Amor es lo que vierte!.

En el aire quedó aprehendida su voz fuerte
y su alma de poeta, ¡cuánta bondad nos lanza!.
Cultivar las virtudes ha sido su bonanza;
servir y reunir y unir… ¿Quién no podrá quererte?

Ha pregonado la fe como la lluvia mansa,
la libertad fue llevada entre sus blancas manos
con un nombre: Jesucristo; ¡una verdad que amansa!.

Sembró caridad, la justicia nos hizo hermanos.
Hermanados en su nombre, -ya el Papa descansa-,
que será por siempre el de los derechos humanos.

 
 
Fuente: Texto enviado por su autor, desde Granada, España.