En
las manos de Dios está la vida y la muerte,
en el santo Padre se proyecta la esperanza,
una paz que acoge en un cielo que nos alcanza,
una llama que alumbra… ¡Amor es
lo que vierte!.
En
el aire quedó aprehendida su voz fuerte
y su alma de poeta, ¡cuánta bondad
nos lanza!.
Cultivar las virtudes ha sido su bonanza;
servir y reunir y unir… ¿Quién
no podrá quererte?
Ha
pregonado la fe como la lluvia mansa,
la libertad fue llevada entre sus blancas manos
con un nombre: Jesucristo; ¡una verdad
que amansa!.
Sembró
caridad, la justicia nos hizo hermanos.
Hermanados en su nombre, -ya el Papa descansa-,
que será por siempre el de los derechos
humanos.