Es
evidente que cohabita la verdad en el amor cuando el amor es
de verdad. No hay matices, o se está con la verdad o
se está con la mentira. Es el ser de las cosas y todas
las cosas que son por amor prevalecen en el tiempo. No tienen
fecha de caducidad. Lo auténtico enciende una luz, que
a más tiempo más resplandece. La verdad florece
al fin como el jardín de los poetas que juegan a ser
niños, a sabiendas que sólo aquello verdadero
nos hará libres y justos. Sin duda, pues, considero muy
acertado y fructífero el título de la nueva encíclica
social de Benedicto XVI: “Caritas in veritate” (“El
amor en la verdad”), en un tiempo de excesivas usuras
y de caudalosos desamores.
El
nuevo mundo, porque este hábitat ya es viejo y necesita
rejuvenecerse, ha de avivar dos fuentes de aire: un desarrollo
integral y un progreso sostenible. No podemos seguir eclipsando
la vida, bebiéndonos existencias que tampoco nos pertenecen,
malgastando la nuestra propia. Por ello, urge transmitir la
verdad, educar en la veracidad, lejos de sectarismos, cultivar
el corazón para que espigue un desarrollo humano y un
progreso humanista. El más níveo poema que puede
lanzarse a los cuatro vientos, cuando la asfixia deshumanizadora
es tan agobiante como en el momento actual, es el bien del ser
humano, el bien de toda persona, que no es otro que vivir en
la poesía de los efectos del raciocinio y realizarse
en la afectividad. El mundo necesita efectos pacificadores y
afectos que abran las puertas del corazón humano.
Vuelva
al mundo el reino de la verdad, globalícese el axioma,
ámese la prueba de ser lo que se es y socialícese,
para que la belleza retorne al planeta y se retuerza la hipocresía
de dolor. Hay que tener el valor de sincerarse con uno mismo,
lo importante no es la fama y el dinero, sino abrazar la verdad,
el naciente del amor, que es lo que nos da vida. Convendría
preguntarse: ¿Estamos dispuestos a unirnos para desterrar
el alubión de mentiras que nos acechan? ¿Tenemos
el coraje suficiente para corregir este desarrollo dominador
y esclavizante? Es cierto que nos interesa la promoción
del ser humano como tal, en especial del más débil,
para que los brotes del amor en la verdad injerten sosiegos
y esperanzas. El mundo arde en fuego, llamean las ofensivas
antes que el diálogo. No es bueno este clima de desasosiego,
de inseguridades, de prisiones que nos alejan de la ansiada
libertad.
La
verdad en el amor, como el amor en la verdad, jamás daña
una causa que es justa, precisa y necesaria. La legión
de cómplices de la mentira son los que deberían
caer en crisis. No se debe olvidar que el desarrollo integral
y la promoción sostenible es mucho más que una
expresión de deseos: es un compromiso solemne de persona
a persona; donde el derecho internacional ha de vestirse de
éticas para hacer mundo antes que patrias excluyentes.
Todos los seres humanos se merecen un desarrollo equitativo,
no en vías de desarrollo, para ello sólo hace
falta que tome el amor la plaza de la vida. Y vivirla de tal
suerte, que lo que hacemos cada día, nos ponga en el
camino de la hermosura. Al fin y al cabo, la mayor mentira es
olvidarse de vivir; mientras la mayor verdad, es quererse uno
asimismo para querer a los demás.
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