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Presentación |
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"Que la Gracia de Jesús permanezca con todos vosotros": Hermanos, después de la resurrección de Jesús el Espíritu Santo se hizo presente de una forma muy especial entre los primeros cristianos: Les quitaba los miedos (Hch. 2,10s), les llenaba de fortaleza (Hch. 4,31s), empujaba a la Iglesia a acoger a los no judíos (Hch. 10,1s), la ayudaba a aclarar situaciones y conflictos (Hch. 15,1s): era Él quien ponía en marcha la misión o la impedía (Hch. 16,6), su presencia en la Iglesia era decisiva, pues era Él quien capacitaba a los apóstoles para ser testigos de Jesús "hasta los confines de la tierra" (Hch 1,8). El Espíritu Santo fue, además, quien formó la comunidad. Él fue quien hizo posible el entendimiento en Pentecostés (Hch. 2,1s), quien lanzó a los discípulos a crear comunidades. Él es quien elige a los misioneros. Los envía y acompaña desde la comunidad. El Espíritu Santo, como dice Pablo, es el mismo amor de Dios que se nos entrega (Rom. 5,5) y nos capacita para llamarle ABBA, es decir "Padre" (Rom. 8,15). Dicho de otra forma, el Espíritu Santo nos pone en sintonía con el corazón de Dios, nos empuja a vivir de acuerdo con los valores del Evangelio, y no según nuestros caprichos. ¿Cómo hace esto? De una forma que no imaginamos: Impulsándonos a vivir como hijos de Dios y dándonos la libertad de los hijos de Dios. De esto hablan sobre todo las Cartas a las Gálatas y a los Romanos. Estas Cartas nos dicen que la persona conducida por el Espíritu Santo no necesita normas externas, ni está sujeta a leyes que atan: a partir de Pentecostés disfruta la libertad del Espíritu Santo, que no es libertinaje, sino un nuevo modo de vivir al estilo de Jesús, una forma de orientar la vida como Jesús, en el servicio a los demás. P. Chepe (A.M.D.G.)
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Qué es Pentecostés |
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Por J.A.V. Pentecostés es una festividad universal de la Iglesia, mediante la cual se conmemora el descendimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, en el festival judío llamado "festejo de las semanas" o Pentecostés (Ex., xxxiv, 22; Deut., xvi, 10). En algunos lugares es llamado el "domingo de blanco" ("whitesunday") debido a los ropajes blancos que son portados por aquellos que son bautizados durante la vigilia. Pentecostés ("Pfingsten" en alemán), es la denominación griega por "quincuagésimo", 50o. día después de la Pascua. "Nadie puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santó" (l Cor 12,3). De
nuevo la liturgia nos introduce en las regiones inaccesibles de la divinidad.
Después de seis dominicas dedicadas a recordar, y a revivir en
cada uno el triunfo de Cristo sobre la muerte, la Iglesia nos presenta
y nos ofrece la fuerza y el aliento de Dios; el Espíritu que
vuelve a sacudir con violencia los cimientos del cenáculo donde
se encierran los tímidos apóstoles de Cristo, el Espíritu
Santo que desciende otra vez para que los enviados del Evangelio se
llenen de valentía y de coraje al proclamar el divino mensaje.
"En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común" (l Cor 12, 7). Muchos son los dones del Espíritu Santo. Isaías ve a Cristo como un retoño que brota del tronco de Jesé, como una rama verde que crece en la raíz de David. Y sobre ese vástago -nos dice- se posará el Espíritu de Yavé, la sabiduría y la inteligencia, el consejo y la fortaleza, en entendimiento y el santo temor de Dios. San Pablo por su parte nos dice que los frutos del Espíritu Santo son la caridad, el gozo, la paz, la bondad, la afabilidad, la longanimidad, la fe, la mansedumbre y la templanza. Es como una lluvia abundante y oportuna que no cesa de mantener fresca la tierra, es como el sol que calienta y vitaliza la siembra, como la luz que da calor a los campos, la fuerza intangible que sazona los frutos. Sí, el Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia de Cristo, sigue presente en los creyentes, en los fieles cristianos. Pero no olvidemos que cuanto nos transmite el Espíritu Santo con generosidad sin límites está destinado al bien común. Él nos llena de gozo y de paz para que llevemos esa paz y ese gozo a cuantos nos rodean. Somos como vasos que el Espíritu Santo llena hasta rebosar nuestra medida, para que nosotros vertamos ese amor sobre los demás. Señales del Espíritu Santo: El viento, el fuego, la paloma. Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un ele-mento que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego. El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor. Nombres del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador. Los siete dones del Espíritu Santo: Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro es-fuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesi-tan de la acción directa del Es-píritu Santo para poder actuar con ellos. SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente. ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios. CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo. CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien. FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio. PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos. TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.
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Avisos
Parroquiales
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