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Ejemplar No. 12/domingo 25 de mayo de 2003/Año III

 

Presentación

"Que la Gracia de Jesús resucitado permanezca con todos vosotros":

El trabajo humano que se realiza en la producción y el comercio de bienes y en la prestación de servicios de or-den económico es superior a los restantes elementos de la vida económica, porque éstos desempeñan sólo el papel de instrumentos. Este trabajo asumido por cuenta propia o contratado por cuenta ajena, procede inmediatamente de la persona que marca con su sello las cosas de la naturaleza y las somete a su voluntad.
Con su trabajo, el hombre ordinariamente sustenta su vida y la de los suyos; se une a sus hermanos y los sigue; puede ejercer la caridad verdadera y cooperar en el perfeccionamiento de la creación divina, más aún mantenemos que mediante su trabajo ofrecido a Dios, el hombre se asocia a la obra misma de redención de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad eminente trabajando con sus propias manos en Nazareth. De ahí nace para
todo el hombre el deber de trabajar fielmente y también el de-recho al trabajo.

Corresponde a la sociedad, según las circunstancias que se dan en ella, ayudar a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo. Finalmente, el trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común.

La actividad económica es generalmente fruto del trabajo asociado de los hombres. Por ello, es inicuo e inhumano organizarla y recularla de tal modo que vaya en detrimento de cualquier trabajador. Por otra parte, el trabajador con la debida responsabilidad debe gozar de un reposo y tiempo suficiente para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa.

P. Chepe (A.M.D.G.)

 

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El trabajo

Por J.A.V.

La vocación implica al mismo tiempo un llamado al trabajo. Uno en medio del trabajo de cada día, de ese trabajo por medio del cual también encuentra a Dios, se descubre como persona digna y como auténtico colaborador en la obra de la creación y de la redención.

Hay tres líneas que enlazan esta realidad laboral con el llamado de Cristo que son: La laboriosidad: Es esa predisposición del hombre que le permite permanecer abierto al trabajo y valorarlo como positivo. Es una actitud ante el hecho mismo de trabajar, como nota característicamente humana. El hombre laborioso capta el trabajo no como una carga, sino como una oportunidad para realizar el designio de Dios sobre su vida y para transformar el mundo. La actitud positiva ante el trabajo hace que el hombre experimente el mismo trabajo con alegría. Como todos, experimente el cansancio, pero viene a la vez satisfecho de haber empleado a fondo sus capacidades y su vida.

La perseverancia: Todo trabajo implica la constancia, es decir, persistir en los mismos propósitos hasta conseguir el fin que se pretende. Este paso firme, mantenido en el tiempo.

Supone a la vez la paciencia y la tenacidad. A todos nos viene desánimos y experimentamos las dificultades, pero el hombre perseverante tiene la grata experiencia de no sólo buscar, sino hallar lo que busca, de conseguir sus propósitos. La vocación supone un amor tal que te hace capaz de perseverar.

La preparación: El llamado de Dios te lleva a comprometerte en un proceso formativo, en el cual la preparación es fundamental. Es el campo en el que, especialmente los jóvenes, aplican su laboriosidad y su perseverancia. La dedicación a tu preparación tiene un valor especial porque no se ven los frutos inmediatamente, es como una inversión a largo plazo. Pero se hace más valiosa e interesante cuando no persigues esa preparación por tu propio interés, sino para mejor servicio del pueblo de Dios. Entonces encuentras motivos de sobra para prepararte muy bien.

Pero el trabajo, como llamado de Dios, también tiene una mística que es importante vivir. Esa mística se puede especificar en dos puntos: La mística de la eficacia. Es algo que está muy de moda en el ambiente profano, pero también tiene su carta de naturaleza en el ámbito de la fe. Es la eficacia uno de los criterios vocacionales que están muy presentes en el Nuevo Testamento; se elige a las personas buscando que la misión se realice de la mejor manera, del modo más eficaz. No es la eficacia de las empresas, que buscan productividad y resultados inmediatos. Se trata más bien de esa eficacia de quien se da totalmente en eso que hace, y por ello es humanamente eficaz. No es lo mismo una enfermera que hace muy eficazmente su trabajo que una religiosa enfermera, que ofrece su trabajo, técnicamente de igual calidad, pero con la eficacia de su amor y de su entrega radical. Desde este punto de vista es muy legitimo alegrarte y dar gracias a Dios por la eficacia de tu trabajo, por que pones a funcionar las capacidades que Dios te ha dado y las pones en función de su plan de salvación.

La mística del trabajo te hace descubrir la dignidad del mismo y de tu persona al hacer ese trabajo. Dignidad de quien no pierde el tiempo, sino que lo ofrece en beneficio de los demás. Dignidad de quien pone todos los medios a su alcance para hacer las cosas lo mejor posible. Dignidad en fin, de quien no solamente hace cosas, sino de quien pone el corazón en eso que hace, y por ello en su trabajo se descubre más plenamente hombre y más plenamente hijo de Dios, de quien Jesús dijo Mi padre trabaja siempre.

Como ves, hay profundos nexos entre la vocación y el trabajo y, pero aunque el trabajo expresa un aspecto del llamado de Dios, no agota el misterio grande de la vocación. Llegan momentos en los que no puedes ya trabajar, por edad, por enfermedad, o por otras circunstancias. Y entonces, pese a esa situación difícil, sigues siendo llamado y tu vocación adquiere aún un relieve mayor, porque entonces brilla con más luz la gratitud del don de ti mismo.

 

Bibliografía: Asamblea Eucarística. Año XIX, No. 12, Diciembre 2001.


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Avisos Parroquiales

 

Lista de aseo (mayo): Lunes 26: Catecismo Infantil. Miércoles 28: Catequesis Pre-Sacramental. Viernes 29: Catequesis Pre-Matrimonial.

Invitación a la Peregrinación Parroquial a Ciudad del Carmen, el día 5 de julio. Anotarse con las Legionarias o con la maestra Chary Blanqueto. Pasaje $200.00. Anticipo $100.00

Misas en las capillas, a las 5:00 p.m. Martes 27 de mayo: La Concepción. Martes 3 de junio: San Martín. Miércoles 4 de junio: INDECO. Jueves 5 de junio: FOVISSSTE. Viernes 6 de junio: San Luis Obispo.

Confesiones en la Parroquia, el miércoles 28 de mayo, de 6 a 10 p.m.