|
|
|
|
Presentación |
|
|
"Que la Gracia de Jesús permanezca con todos vosotros": Todos estamos llamados a construir una nueva sociedad, porque la existencia humana no es una realidad estática. La vida misma está en continuo proceso de cambio y transformación; el hombre es llamado desde la eternidad a ser dueño y señor de la obra creada; tiene la misión fundamental de cuidarla y conservarla. Esta tarea la emprende consciente de su identidad e individualidad, y de la responsabilidad social que le compete. Las nuevas situaciones y maneras de mirar el mundo, llevan al hombre de hoy a tomar una postura: La apertura a nuevas culturas, la ciencia, la tecnología, la misma educación, son retos que se deben asumir con autonomía, libertad y responsabilidad. Sólo así se pueden contrarrestar factores negativos que generan una cultura de muerte y violencia. La principal tarea del hombre es la construcción de una nueva civilización que tenga como centro la persona humana. Es una tarea que invitó a la humanización: su mayor empeño, lograr que todos los seres humanos sean cada día mejores, capaces de superar la crisis, de ofrecer lo mejor de ellos mismos; capaces de valorar la grandeza de la naturaleza, la inmensa riqueza que se encierra en cada ser humano, por encima de todos estamos comprometidos en la tarea de formar auténticas comunidades que procuren el proceso y el adelanto de cada uno de sus miembros; y el de su entorno, y conscientes de que el hombre sólo puede crecer y desarrollarse si se relaciona con los demás y comprende que el compartir enriquece la vida y lleva a mirar más allá de los límites personales. Este
cambio tiene sus raíces en el corazón mismo del hombre.
Imposible pretender la transformación de una sociedad manteniendo
los esquemas regidos y las posiciones cerradas. P. Chepe (A.M.D.G.)
|
|
|
Amistad evangélica |
|
|
Por Judith Avilez Vásquez
No es necesario que estemos festejando el 14 de febrero para hablar sobre la amistad; ahora es un tiempo propicio -las vacaciones- para convivir con los amigos, para visitarlos o para que nos visiten; por eso, me gustaría platicarles un poco sobre la amistad, la amistad con Cristo, la amistad evangélica. Jesús ha revelado la Providencia paterna del Padre, Jesús ha enseñado la universal fraternidad humana: todos hijos del mismo Padre, todos Hermanos delante de Él. Por eso nuestra oración más típica y profunda se dice siempre en plural: "Padre nuestro, que estás en los cielos"(Mt 6,9 ss). La projimidad y la fraternidad son las relaciones universales obligatorias para todo discípulo de Cristo, sin exclusión alguna, ni de extranjeros ni de enemigos ni de antipáticos. Aquí se juega la esencia misma del Evangelio y la identidad del verdadero cristiano. Como remate de esta actitud fraternal, Jesús enseñó con fuerza contundente la "no violencia": nunca cambiar mal por mal, nunca resistir al que hace violencia; sino cambiar el mal con bien y rezar por los perseguidos. Razón radical de esta conducta: ¡así hace el Pa-dre! (Mt. 5, 20-48). CRISTO AMIGO UNIVERSAL.- Sobre el fundamento inquebrantable de la proximidad y fraternidad hacia todos, Jesús ha construido sus amistades humanas, tan variadas y ricas de matices. Nadie está excluido, sacó grandes amigos de encuentros aparentemente casuales, de entre las masas que lo seguían. Todos tenían la impresión de que Je-sús los había tratado como amigos, con atención, cariño, interés y con muchas ganas de ayudarlos. No hay ninguna clase o categoría de personas excluida de esta actitud amis-tosa, "abierta" y acogedora. ¡En Jesús no se nota el sutil y egoístico juego de las simpatías y antipatías! JESÚS
MAESTRO DE LAS VIRTUDES DEL ENCUENTRO.- Para que haya amistad se necesita
el encuentro de los amigos en profundidad. Se puede estar meses y años
viviendo codo a codo, sin encontrarse: por eso es tan difícil
ser amigo y tener amigos. Jesús fue constantemente dulce, afable
en el trato con las personas. Alguna vez, rara, corrigió enérgicamente...
pero nunca dio la impresión de "regañar"...
Con las personas Jesús aceptaba el diálogo abierto y prolongado,
incluso en horas aparentemente poco oportunas (de noche: ¡con
Nicodemo! (Jn 3,2). Jesús nunca usa amenazas o intimidaciones
y tampoco ironía áspera e hiriente; y mucho menos gritos
y golpes: suprema libertad y tiempo concedido a cualquiera que deseara
ser su amigo. Jesús se muestra paciente: hay en Jesús
esperanza y espera, que dejan tiempo para una larga maduración...Por
eso las grandes amistades de Jesús son amistades de "tiempos
largos" y por eso mismo duran toda la eternidad. Jesús usó
con toda persona un gran "respeto" del alma y del cuer-po
de su interlocutor: nunca un gesto que no fuera noble y correcto. Lo
recalco por que hay personas que creen muy equivocadamente que entre
amigos todo está permitido y todo es lícito. La apertura de la amistad es signo claro de salud espiritual, porque evita envidias, celos, grupos cerrados, orgullos y está fuertemente anclada en la caridad universal hacia todos, como Jesús enseño y practicó constantemente. Para ver si nuestra amistad con Jesús es verdadera y auténtica, hay que ver cómo tratamos a nuestro prójimo, en todas las horas de nuestro quehacer cotidiano: si perdonamos, si ayudamos, si evitamos ser regañones, si no creamos chismes, envidias, críticas amargas; si respetamos la justicia, la verdad y los com-promisos, etc. Aquí vemos si nuestra amistad con Jesús y nuestros hermanos es algo serio. AMANTE DE TI, SEÑOR
|
|
|
Avisos
Parroquiales
|
|
|
|
|