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Presentación |
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"Que la Gracia en Cristo Jesús permanezca con todos vosotros": Hermanos, dentro de los cuatro tiempos fuertes del año, la cuaresma debe reflejarse con intensidad en todos los detalles de la celebración. Cuánto más se diferencie este tiempo del resto del año, más fácil será vivir el sentido espiritual de estos días. Es importante que conozcamos el sentido de la cuaresma, y hay que empezar por clarificar teóricamente su finalidad. Tanto en la Constitución Conciliar de Liturgia, como en el calendario romano, este tiempo se presenta como preparación para la Pascua. El tiempo de cuaresma da inicio en nuestra liturgia a través de la imposición de ceniza, y se basa en dos pilares: Por una parte está la contemplación de la pascua de Cristo, con los relatos históricos que nos recuerdan su cruz y su muerte, sus profecías del Antiguo Testamento e incluso sus símbolos en la celebración de los sacramentos; por otra parte, la participación de los fieles en la pascua del Señor, a través de la penitencia personal y de la celebración de los sacramentos pascuales: Bautismo, Confirmación, Penitencia, con los que incorporamos nuestro "camino pascual" a la Pascua del Señor. A estos dos aspectos cabría añadir aún otro matiz que corresponde a la Iglesia como pueblo sacerdotal actuando para que todos los hombres participen también en la Pascua del Señor: El cuidado, catequesis y la oración de los niños que se preparan a la confirmación y primera comunión y la oración por los pecadores para que alcancen la conversión. Por
otra parte, nos preparamos para festejar plenamente un gran acontecimiento,
la resurrec-ción de Cristo, en la cual todos debemos de participar.
El número cuarenta en la Biblia es un símbolo de tiempo
de preparación, de prueba; por eso, para nosotros esos cuarenta
días significan un tiempo de reflexión, oración,
penitencia y conversión. P. Chepe (A.M.D.G.)
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Tiempo litúrgico... Cuaresma |
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Por J.A.V. Tiempo en que la Palabra, el discurso cristiano, debe nacer de nuestro mirar personalmente a Jesucristo. Pues de hecho, Jesucristo es la palabra que preside toda la meditación cuaresmal. Si el tema del Adviento fue la espera global, y el tiempo de Navidad ha consistido en el anuncio de la salvación que ha venido y ha comenzado a manifestarse, la liturgia de la Cuaresma es la afirmación poderosa de esta salvación que ha venido, Jesucristo. El misterio de Dios es una persona, un hombre, maduro, una personalidad precisa, que se mueve como una presencia que no se puede esquivar entre nuestras amistades, en nuestras casas, en nuestros ámbitos de trabajo y de interés, que nos aborda personalmente y se pone frente a nosotros mismos. Toda la fe está en esto: toda la fe está en la cara que pongamos, en la mirada que dirijamos a esta persona, en el modo de reaccionar ante su presencia. La liturgia cuaresmal ilumina esta presencia, la gravedad impotente de la propuesta, la concreción de su figura, a través de los evangelios. El de la Samaritana: este hombre que lee verdaderamente lo hondo y por consiguiente a ir hasta el fondo y no quedarnos a medio camino: "Me ha dicho todo lo que he hecho"(Jn. 4, 4-39). El ciego de nacimiento: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me untó los ojos y me dijo: "Vete a Siloé y lávate"(Jn. 9,1-41). Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. "Tu hermano resucitará". "Ya sé, le respondió Martha, que resucitará en el último día, en la resurrección. Jesús le respondió: "YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA. El que cree en mí aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? Ella responde: "Sí, Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo".(Jn. 11, 17-44). Ahora preguntémonos si vivimos frente a esta figura, delante de esta realidad, de esta persona, si este Tú está en nosotros, si este Tú invade toda nuestra personalidad, si este Tú toca el fondo de nuestra dirección, intención y voluntad, nuestro deseo, nuestro amor, si nuestra vida consiste en este amor. De lo contrario, estamos apoyándonos en la carne, y "toda carne es como hierba y todo su esplendor como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor, pero la palabra del Señor permanece eternamente" (1P 1,24). El primer y fundamental cambio que debe traer consigo la Cuaresma, que la conciencia renovada de este Tú debe producir en nuestra vida, es que ésta sea una vida de fe, que sea justa, es decir, que viva de la fe. En definitiva, se trata de un cambio profundo, radical: la santidad de la vida. Es un tiempo para el cambio de nuestro criterio de valoración, el tiempo de la penitencia. Todos los milagros de Cuaresma fueron realizados para cambiar a la gente. El milagro de que Jesucristo se haya revelado en su personalidad madura hasta el punto de proponerse a nosotros y atraer hacia sí nuestra personalidad madura es para podernos invadir y transformarnos en El. Este es el milagro por el que los demás pueden glorificar al Señor, el milagro por el que la gente entiende que Dios nos ha visitado, que sigue visitándonos: nuestra transformación, nuestro cambio. Esto sigue siendo lo que Dios nos pide con urgencia en la vida: que nuestro cambio cree una estructura , pues sólo así demuestra que es verdadero. Vivamos esta Cuaresma con la mente abierta y el corazón dispuesto a ese cambio profundo.
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Avisos
Parroquiales
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Responsables
de la Organización y Coordinación CALENDARIZACIÓN Fecha
Grupos Apostólicos Nota: Se invita a toda la comunidad parroquial y grupos apostólicos, para que participen cada viernes en estas vía crucis, que se llevarán a cabo después de la misa de siete de la noche.
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