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Presentación |
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"Que
la Gracia en Cristo Jesús permanezca con todos vosotros": Continuando con la reflexión del Sembrador anterior, todos sabemos que a partir del 16 de diciembre dan inicio en nuestro pueblo mexicano, las tradicionales posadas. Pero, ¿cuál es el origen de ellas? La costumbre se remonta a los primeros misioneros venidos de España a México-Tenochtitlán, especialmente esos grandes visionarios evangelizadores, como lo fueron los padres agustinos, franciscanos y, posteriormente, los jesuitas, quienes se dieron a conocer con los famosos autosacramentales. Los misioneros, para poder evangelizar, transformaron las fiestas prehispánicas en fiestas cristianas. Uno de los lugares en donde se establecieron los misioneros agustinos fue el pequeño pueblo de San Agustín de Acolman, situado a unos cuarenta kilómetros al noroeste de la Cd. de México, camino a las pirámides de Teotihuacan. En ese lugar se originó la práctica de las Posadas, a finales del siglo XVI. Las primeras Posadas en el México antiguo tuvieron lugar en los atrios de las iglesias; posteriormente pasaron a ser celebraciones familiares, que se organizaban en los barrios. Se tenía por costumbre iniciar con un rosario; luego se hacía la procesión con los peregrinos cantando la letanía en latín. Cuando se llegaba a la casa en la que sería el festejo, se cantaban los versos para pedir y dar posada; todo esto con la mayor solemnidad, tratando de mantener siempre presente que, junto con el periodo de Adviento, estos nueve días servían como preparación para la Navidad. Las Posadas, como una mera ocasión para bailar, romper una piñata, comer y beber hasta hartarnos para después irnos a dormir, no nos dejan nada. En cambio, si dedicamos un poco de tiempo a la reflexión, si nos damos la oportunidad de prepararnos para recibir al niño Jesús como mejores personas, la novena se transforma en algo trascendente, con el paso del tiempo.
P.
Chepe (A.M.D.G.)
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Signos Litúrgicos |
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La semana pasada hablamos sobre la corona de adviento con muchos signos litúrgicos, los colores, lo que significa cada momento de encender una vela, el follaje que esta lleva, el acontecimiento que nos lleva a festejar; la corona de adviento es o son muchos signos litúrgicos los que encierra. En esta época navideña vemos muchos signos litúrgicos; por ejemplo, los colores expresan los sentimientos propios y el sentido de lo que a través del año litúrgico, la Iglesia nos invita a vivir y actualizar, especialmente a través del ornamento, esto es del color de la casulla que el presbítero usa para la celebración propia. Verde: Esperanza, frescura, vitalidad Blanco: Alegría, pureza, luz, inocencia, plenitud. Rojo: Sangre, amor, fuego, martirio, heroísmo, sacrificio Morado:
Penitencia, humildad, espera.
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Avisos
Parroquiales
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