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Presentación |
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"Que
la Gracia en Cristo Jesús permanezca con todos vosotros": A partir
de la Conferencia de Medellín (Colombia), en 1968, la Iglesia descubrió
un rasgo principal de la cultura latinoamericana, en cuanto a lo que se
refiere a la familia; pero reconoce con humildad cuánto le hace
falta por hacer, mientras que percibe que "la Pastoral Familiar",
lejos de haber perdido su carácter prioritario, aparece hoy todavía
más urgente, como elemento muy importante de la evangelización.
De esta necesidad surge la conciencia de que la familia es sujeto y objeto
de evangelización, centro evangelizador de comunión y participación. La
Iglesia, haciendo un análisis de la realidad, afirma que la familia
es una de las instituciones en que más ha influido el proceso de
cambio de los últimos tiempos. El Papa nos ha recordado de que
en la familia "Repercuten los resultados más negativos del
subdesarrollo: Índices verdaderamente deprimentes de insalubridad,
pobreza y aún miseria, ignorancia y analfabetismo,
condiciones inhumanas de vivienda, subalimentación crónica
y tantas otras realidades, no menos tristes" (Juan Pablo II, Homilía
Puebla). En
el documento de Sto. Domingo (1992), se nos señala unas líneas
de acción como: En nuestra parroquia ya se ha conformado el equipo de Pastoral Familiar. Pidamos a Dios por ellos para que asuman su responsabilidad con fe y ánimo. P. Chepe (A.M.D.G.) |
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Pastoral Familiar |
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La
familia, en cuanto es y debe ser siempre comunión y comunidad de
personas, encuentra en el amor la fuente y el estímulo incesante
para acoger, respetar y promover a cada uno de sus miembros en la altísima
dignidad de personas; esto es, de imágenes vivientes de Dios (Familiaris
consortio de S.S. Juan Pablo II): La
Iglesia y, concretamente, su santidad Juan Pablo II, tienen un interés
muy especial en torno a este tema (la familia) y nos ilumina pronunciándose
siempre a favor de la construcción de una Civilización del
Amor, que empiece en las familias. Particularmente
hoy, es necesario que la familia no sólo descubra su identidad,
sino también su misión; es decir, lo que puede y debe hacer
dentro de la Iglesia y en la sociedad. Esto está profundamente
relacionado con el cometido que tiene por vocación de Dios dentro
de la historia, misma que se escribe día con día y que siempre
tendrá repercusiones en el presente y en el futuro. A
la familia le corresponde, entonces, construir la civilización
del amor, es decir, una cultura impregnada de valores, que le permita
al hombre desarrollarse integralmente y que pueda permear a otros ambientes. Solamente
cuando la familia vive en la verdad, vive también su dignidad de
transmisora de amor, generosidad, respeto, comunicación, fidelidad,
obediencia, responsabilidad, sinceridad, honestidad, entre muchos otros
valores. Es
indispensable que la fa-milia esté abierta a la vida, cortando
de raíz esa mentalidad hedonista que se está infiltrando
cada día más al interior de las familias, incluso de las
familias cristianas. Reconocer
a Dios como único Señor de la vida y de la muerte de las
personas humanas. La verdad no puede ser medida por la opinión
de la mayoría. Sólo así podrá ser posible
construir una Civilización del Amor en los albores del siglo XXI. "La
Iglesia está íntimamente convencida de que sólo con
la aceptación del Evangelio se realiza de manera plana toda esperanza
puesta legítimamente en el matrimonio y en la familia". La
familia tiene que ser tierra fértil para que se renueve el significado
de lo que es "respeto a la vida". Hoy
en día, se habla mucho de los Derechos Humanos, comisiones... propuestas...
y ¿cuál es el primer derecho del ser humano? El derecho
a la vida. Cada
padre y cada madre de familia deberían tener para cada hijo, un
proyecto de formación para que no haya improvisaciones y para que
los hagan hombres auténticos, libres, que encuentren el sentido
de su existencia, que se entreguen a los demás y que lleven a cabo
su misión con decisión y compromiso. La
fe presenta al hombre como la obra maestra del creador. Por lo tanto,
es importante recordar que la familia es el lugar del amor y de la vida;
mejor aún, el lugar donde el amor engendra la vida. Sin
amor, la familia no puede vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad
de personas. Es en el amor en donde la familia encuentra su fuerza para
seguir adelante, su impulso para demostrar a los demás familias
y al mundo entero que es la célula básica de la sociedad,
núcleo sin el cual la sociedad se deterioraría sin remedio
(Asamblea Eucarística, Art. Pastoral Familiar. P. Cipriano Sánchez.
Comisión Arquidiocesana de P.F.). Como mencioné
al principio, la Iglesia tiene un interés especial en torno a la
familia; por eso, año con año nos ayudan a reflexionar todo
lo an-terior durante la semana de la familia que se llevará a cabo
(en otros lugares) del 6 al 13 de octubre. Aquí,
en nuestra parroquia, se pospone hasta el mes de noviembre. ¿Por
qué? Estamos en las fiestas del Cristo de la Misericordia y eso
nos impide organizarnos como debe ser, para llevar a cabo con eficacia
y mayor provecho estas pláticas. Así que estemos pendientes de cuando sean, para asistir con entusiasmo y dispuestos a vivir lo aprendido.
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Avisos
Parroquiales
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