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Presentación |
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"Que
la Gracia en Cristo Jesús permanezca con todos vosotros": La gran mayoría de los cristianos no saben qué es el año litúrgico y hasta quedan sorprendidos al oír hablar de esto. Generalmente, se conoce el año civil, que inicia el primero de enero y termina el treinta y uno de diciembre. Otros saben y están muy interesados en el “año escolar”; sin embargo, no saben nada del año litúrgico y por lo tanto le restan importancia. Para poder hablar del año litúrgico, tenemos que hablar del año solar, que es el tiempo que tarda la Tierra en volver a ocupar la misma posición en su órbita alrededor del sol. El hombre comienza a conocer esta noción cuando cursa la Primaria, lo que quizás no aprende o fácilmente olvida es que el elemento religioso no es ajeno a este estudio. Probablemente, fueron los sacerdotes del antiguo Egipto los primeros en idear un calendario de una exactitud tan sorprendente, si tomamos en cuenta que sus cálculos fueron hechos tres mil años antes de Cristo. Ellos buscaron una medida precisa con el fin de poder predecir la inundación anual del Nilo. Sus cálculos los llevaban a fijar el año en trescientos sesenta y cinco días; pero volviendo al tema central de esta reflexión, debemos de decir que el año litúrgico es “la celebración-actualización del misterio de Cristo en el tiempo”. En
esta definición es importante subrayar que no se trata sólo
de celebración, sino también de actualización. Para
entender la relación que hay entre Cristo y el tiempo, conviene
recordar que el elemento fundamental que caracteriza al Judaísmo
y luego al Cristianismo y las distingue de las demás religiones,
está constituido por el hecho de que Dios ha entrado en la historia.
Para realizar un plan de salvación que culmina en la muerte y resurrección
de Cristo. P.
Chepe (A.M.D.G.)
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Año Litúrgico |
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El año litúrgico se divide en adviento, navidad, tiempo ordinario, cuaresma, pascua, pentecostés y de nuevo tiempo ordinario (más largo que el anterior). La Iglesia nos ha mostrado por medio de signos, aconteci-mientos y fechas importantes, una manera de hacernos saber algunos signos es por medio de los “colores litúrgicos”, que el sacerdote utiliza en su casulla, según el tiempo litúrgico que se conmemora; por ejemplo: en tiempo ordinario utiliza el color verde; en adviento, en que nos preparamos al nacimiento de Jesús; la casulla y la estola que se usan es de color morado; pero a partir del día de Navidad y hasta el de Pentecostés es de color blanco. El color blanco también se usa los días en que se celebra la fiesta de algún santo. El color rojo indica la fiesta de algún mártir y se usa también el domingo de Ramos, el Viernes Santo, el día de la Santa Cruz y el de Pentecostés. En el tiempo de cuaresma, en que nos preparamos a recordar la muerte de Jesús, el color de la casulla y de la estola es morado, también se usa el día de los fieles difuntos. El día de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, se usa el color azul o blanco. Es por eso, que nuestra corona de adviento no es simplemente una corona decorativa para nuestros hogares, significa mucho más; cada vela tiene un color litúrgico y un significado. El prender cada vela, cada color, en el domingo que le corresponda, nos da un mensaje, una pauta para prepararnos a recibir el nacimiento de Jesús; nos ilumina el camino para ese gran día, misterio de Dios, fuente de amor y alegría en los corazones que se quieren convertir al Señor. Durante todo este año litúrgico tenemos los siguientes tiempos litúrgicos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, Ascensión, Pentecostés, Trinidad. Vivamos la liturgia. La Gracia no es algo abstracto, como se puede pensar cuando se estudia teología. La Gracia de Dios es una comunicación histórica; es un hecho histórico que entra en nuestra vida. VIVIR
LA LITURGIA ES UN TESTIMONIO, ES DAR FRUTO
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Avisos
Parroquiales
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