Las ideas derivadas de la Ilustración, la marcada
desigualdad social de la nueva España, la Revolución
Francesa y la Independencia de los Estados Unidos,
fueron factores que influyeron en el inicio de la
lucha por la Independencia de México, sin embargo
hubo dos circunstancias que fueron detonantes para
el inicio del movimiento independista.
En
el orden económico incidió la expedición
de la Real Cédula de Consolidación de
Vales Reales, publicada en diciembre de 1804 por el
rey Carlos IV. Este ordenamiento iba dirigido hacia
los bienes de la iglesia, tanto de España,
como de las colonias americanas. Mediante la Cédula
la iglesia, debería entregar al reino el producto
de la venta de sus propiedades trasladar el capital
disponible en censos capellanías y obras pías.
En
la Nueva España el capital ascendía
en esa época, a algo más de 44 millones
de pesos; el dinero, sin embargo, no estaba ocioso,
pues la iglesia había venido funcionando como
un banco de crédito hipotecario, y otorgaba
préstamos a comerciantes, hacendados, mineros,
manufactureros, etc. Los intereses eran pagados según
lo convenido y como garantía tomaba en hipoteca
los bienes inmuebles de los deudores.
La
obligación de remitir grandes cantidades de
dinero a la corona, le ocasionó graves problemas
a la producción y a la economía de la
Nueva España, por lo que el malestar no sólo
afectó a la institución religiosa, sino
también a una gran parte de la población,
que de una forma u otra se veía beneficiada
con esos préstamos y que ahora se veían
urgidos en devolver en plazos perentorios.
Hubo
protestas contra la Cédula, sin embargo estuvo
vigente hasta el mes de enero de 1809; periodo durante
el cual ingresaron a las arcas reales más de
15 millones de pesos. Esta afectación a los
intereses económicos del clero y de la Nueva
España, considerada a todas luces arbitraria,
fue abonando el terreno para pensar en el movimiento
independista.
En
el orden político tuvo mucha influencia la
invasión napoleónica a España
en el año de 1808. Como consecuencia directa
de este movimiento, el rey Carlos IV y su heredero
Fernando VII, fueron hechos prisioneros, trasladados
a Francia y obligados a abdicar a favor del emperador
francés.
Ante
esta situación, en España hubo motines
y levantamientos contra los franceses, y como parte
de la resistencia se integraron en cada provincia
juntas que gobernarian provisionalmente en ausencia
de los soberanos.
En
Nueva España, los regidores del Ayuntamiento
de México, mayormente criollos, ante la ausencia
del rey, propusieron la integración de una
junta de Gobierno semejante a la de España,
sin embargo la Real Audiencia y los españoles
peninsulares, por temor a la afectación de
sus privilegiados, se opusieron rotundamente, pues
pensaban que ceder a las propuestas de los criollos
era como abrir las puertas a un gobierno independiente.
Los regidores fueron encarcelados algunos, otros sacrificados
o desterrados.
Este
suceso hizo sentir a la oligarquía criolla,
que la única vía para llegar al gobierno
de la Nueva España, era acudir a la insurrección
armada.