Con el patrocinio del H. Ayuntamiento de Calkiní,
fue editado y dado a conocer, como parte de las actividades
de la pasada Feria Artesanal y Cultural, un libro producto
del trabajo de investigación de la Mtra. Estela
Hernández Sandoval, cuyo título sirve
para este artículo y del cual nos permitimos
expresar algunos comentarios.
Al
ir desplegando las páginas de este interesante
libro, el lector se encontrará con un trabajo
acucioso, bien documentado, relatado de manera amena
y sencilla, que permite disfrutar la obra sin los tecnicismos
recurrentes de quienes son especialistas y doctos en
estos temas.
De
manera clara y entendible nos permite adentrarnos no
solo al proceso constructivo arquitectónico de
lo que es el Convento, la Capilla de Indios, la Capilla
del Santísimo y el Templo de San Luis Obispo,
sino también del proceso histórico culturizante
y evangelizador llevado a cabo por los españoles,
en especial, y de particular manera, a través
de la obra de los frailes franciscanos responsables
de su construcción.
Así
desde el remoto 1561, fecha del inicio del complejo
religioso, se va consignando el proceso constructivo,
y reconstructivo, a través del testimonio documental
de quienes de manera directa participaron en el mismo,
o a través de los relatos de quienes en sus visitas
a Calkiní así lo consignaron en diversos
y diseminados documentos, tanto en el espacio, como
en tiempo, hasta los días del hoy, y que en el
trabajo de investigación van cohesionándose
con los estudios y observaciones de la propia autora,
para dar forma a este libro.
Con
esta obra se pone en nuestras manos un trabajo de investigación
que aglutina en un solo documento, las observaciones,
los registros, las compilaciones documentales, que reflejan
los estudios de quienes, en otros momentos, precedieron
al presente.
La
lectura de El Templo de San Luis Obispo nos va llevando
del Descubrimiento de la Península de Yucatán,
a la Conquista, y a la llegada de los frailes franciscanos
con su labor de evangelización.
En
particular describe lo acontecido en nuestro Calkiní,
recorriendo en la historia, hasta nuestros días,
para ubicar la monumental obra arquitectónica
religiosa dentro de su contexto social y geográfico,
dando sentido y significado a la magnificencia de lo
que hasta ahora es la más grande y más
antigua construcción de nuestra ciudad.
El
libro, entre otras, tiene dos partes fundamentales:
Los antecedentes históricos y las Edificaciones
franciscanas en Calkiní.
De
la primera parte, resaltamos dos párrafos consignados
por la autora, que son de gran importancia en la historia
de Calkiní.
"Retrocedamos
algunos años, hasta llegar a aquel en que fue
fundada la población española de Campeche,
donde residiría la autoridad colonial del territorio
conquistado hasta ese momento. Lograda esta meta, Montejo,
el Mozo, emprende su avance al territorio de T'ho (Mérida),
pasando
en 1541 por el cacicazgo Ah Canul, cuyos pobladores
intentaron desesperadamente evitar el avance de los
españoles, y pese haber presentado resistencia,
finalmente los vencen y el encuentro para la rendición
de tributos exigido por los conquistadores, se da en
ese mismo año, en el sitio conocido como Tuuk'
Ka 'aan," — Aquí una cita del Códice
de Calkiní, dentro del propio libro — "sobre
el pozo de nombre Halim, donde se alza la majestuosa
Ceiba, bajo la cual se concertaba todo aquí en
Calkiní".
"Para
1547, fray Luís de Villalpando una vez establecido
el monasterio y la iglesia de San Francisco (1545-1546),
se encamina rumbo a Mérida, deteniéndose
en cada pueblo para, con mucho amor, predicar y enseñar
la nueva fe, y así lo encontramos en 1548 en
Calkiní, año consignado como de planeación
y organización de la estrategia de evangelización
en este cacicazgo de Ah Canul y posible levantamiento
de una ramada para las tareas proyectadas para la canalización
de los indios a la nueva fe".
El
párrafo primero nos manifiesta, con precisión,
de la importancia que revestía, para los primeros
pobladores, el sitio Tuuk' Ka'aan, Rincón del
Cielo, en la traducción española, como
el centro del acontecer trascendental del Calkiní
primitivo, de ahí su valor histórico.
Por
otra parte, el segundo, señala el inicio de la
tarea evangelizadora, que aún a más de
cuatro centurias, perdura en el espíritu y el
quehacer de estos sagrados edificios.
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