Durante
el Porfiriato y la Revolución Mexicana, en Dzitbalché
como en otras comunidades campechanas y yucatecas, florecieron
numerosas haciendas agrícolas y ganaderas.
Como
se sabe, los propietarios de estas fincas eran ciudadanos
acaudalados que protegidos por leyes injustas y el dinero;
aplicaron a la población indígena un sistema
feudal de explotación extrema. Algunos de estos
ricachones se convirtieron en auténticos caciques
que, incluso llegaron al grado de esclavizar a los humildes
campesinos, torturando cruelmente a quienes osaban desobedecer
sus órdenes. Pero, uno de ellos; el Sr. Miguel
Rodríguez superó a todos sus colegas,
debido a su conducta criminal sin límites.
La
fecha de su nacimiento y los nombres de sus descendientes
directos, paulatinamente se han desvanecido de la memoria
colectiva. El temido hacendado moraba en la casona que
se ubica en la calle 18 s/n entre 23y 25 en el lado
poniente del parque principal. Actualmente, parte de
este inmueble está ocupado por una línea
de autobuses y una nevería.
Cuentan
los veteranos habitantes que, el Sr. Miguel Rodríguez
torturó brutalmente y asesinó a sangre
fría a mucha gente inocente. Para tener una idea
clara de su enfermiza crueldad, he aquí uno de
sus actos de "justicia:"Un día muy
de mañana, un joven jornalero cuyo nombre desapareció
tras la cortina del anonimato, iba rumbo a sus tareas
del campo, cuando de pronto; se encontró en el
camino con una res muerta. El labrador se acercó
al animal y vio que tenía heridas causadas por
arma de fuego. También comprobó que tenía
la marca del fierro del violento hacendado.
Sin
saber que sería el último gran error de
su vida, el ingenuo joven en vez de continuar su camino,
regresó al poblado; dirigiéndose a la
residencia del cacique. Una vez allí, insistió
ante la servidumbre su urgencia de hablar con el patrón.
Por
fin, lo hicieron pasar y enseguida le expuso al extemporáneo
feudal; el motivo de su visita. Tal vez creyó
el joven campesino que lograría una gratificación
económica o cuando menos una expresión
de agradecimiento. Ignoraba que, su suerte ya estaba
echada. El mal hombre ordenó que lo dejaran en
paños menores, para que luego fuese atado a un
poste y enseguida ser azotado con el chicote hasta dejarlo
macerado en su propia sangre.
En
las breves pausas, el "verdugo" le preguntaba
quién había sacrificado al animal propiedad
del hacendado. El pobre hombre respondía que
él no lo había hecho. El torturador le
sugería que mejor se declarara culpable. Como
la víctima insistía en su inocencia, el
verdugo continuaba con el flagelo. El insoportable castigo
terminó con desmoronar la resistencia del joven.
Pero, la purga personal no terminaba ahí. Era
el principio del fin.
Con
saña enfermiza, el sádico ejecutor le
unta al indefenso campesino jugo de naranja agria con
sal, en todo el cuerpo. Sus gritos desgarradores se
escuchaban en todo el vecindario del centro. Mientras
se decidía su destino final, el infortunado joven
es encerrado en un calabozo, situado en el patio de
la residencia del hacendado. Ni las súplicas
y lágrimas impotentes de sus humildes padres,
lograron salvar la vida del muchacho. Ese mismo día,
cuentan los más ancianos del pueblo que, el inocente
campesino murió fusilado en la pared frontal
del cementerio. Numerosos casos como este, caracterizan
el negro historial del hacendado Miguel Rodríguez.
Pero
en esta vida, toda causa tiene un efecto. De manera
más clara, un viejo refrán reza: el que
a hierro mata, a hierro muere. Además, al igual
que todo ser humano, tarde o temprano regresará
al polvo. Cuando la dama de la guadaña enfiló
sus pasos para ir en busca de Miguel Rodríguez,
éste; desde días atrás había
caído en una agonía enmarcada por terribles
delirios que, degeneró en una diabólica
metamorfosis que puso la piel de gallina y los cabellos
de punta a sus familiares y la servidumbre. Sus gritos
eran bestiales y su conducta se tornó violenta,
desarrollando una fuerza descomunal. Esto hizo que lo
amarraran con cuerdas a la cama. Para ello, se requirió
la intervención de varios hombres para dominarlo.
Las contadas personas que lo vieron en su lecho de muerte,
juran que tenía una mirada propia del mismo infierno.
Se dice que, en la frente le aparecieron dos protuberancias
simétricamente dispuestas. En la parte baja de
su espalda donde la cintura pierde su nombre, le surgió
un disimulado apéndice tubular.
Así
pasaron varios días sin que el otrora despiadado
personaje, muriera tranquilamente.
La
gente pasaba a prudente distancia de la residencia del
moribundo cacique. Por las noches, las personas evitaban
salir a la calle, pues existía una auténtica
sicosis por los insólitos sucesos que ocurrían
en la casa de la familia Rodríguez. Se cuenta
que el cura de la parroquia del pueblo, cuyo nombre
nadie recuerda; sintió un miedo tiritante cuando
estuvo frente al transformado hombre; para asistirle
los santos óleos.
Los
más viejos del pueblo sugirieron a la familia
del moribundo que, para poner punto final a esa pesadilla,
es decir; para que el viejo hacendado encontrara una
muerte serena, era necesario propinarle una paliza a
latigazos, castigo similar al que a mucha gente sometió
con total impunidad tiempo atrás. No se sabe
quién dio cumplimiento a esa penosa pero, necesaria
tarea. Algunos minutos después, como si un poder
celestial enviara su mandato, el agotado y anciano hacendado,
expiró. Al día siguiente, en una fecha
todavía pendiente por averiguar; sus familiares
y escasas amistades asistieron a sus funerales. El castigo
enviado por el Todopoderoso, al fin se había
cumplido.
Los
años pasaron, y paulatinamente este negro suceso
toma su lugar en la tradición oral del pueblo,
generación tras generación. El tiempo
es la mejor medicina para los males del alma. No queda
de Miguel Rodríguez, rastro alguno. De sus fotografías
y retratos nada se sabe.
En
el Registro Civil no ha sido posible hasta ahora, dar
con el libro donde se asienta la fecha de su fallecimiento.
Su lápida mortuoria no aparece en el panteón
ni en la parroquia. El eterno Cronos se tomó
la tarea de borrar sus huellas para siempre. La cuenta,
estaba saldada.
|