El corazón de Ah' Canul - 19
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¿Jefe o líder?
Estela Hernández Sandoval
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Los bajos puntajes educativos que arrojó ENLACE en la entidad han dado pie para que las autoridades del ramo realicen acciones tendientes a elevarlos en futuras aplicaciones, fundamentalmente en las escuelas secundarias técnicas, a la vez que están tomando algunas medidas para el 2012 en que se aplicará PISA a la población de 15 años y más.

Me parece que si únicamente consideramos los resultados obtenidos estamos creando una fijación al hecho mismo que nos impide analizar otros factores que podrían subyacer a este evento con lo cual nos estamos privando algo esencial.

Para batallar con la problemática de los resultados aludidos se yergue un “equipo administrativo” más uno de “expertos” que representan las diversas funciones y pericias de la organización y que se supone “disciernen en colectivo” sobre estos puntos cruciales tanto para la educación como para la organización (Secretaría); sin embargo, desde hace tiempo los resultados en las evaluaciones externas se repiten por lo que podríamos preguntarnos qué sucede con ese equipo administrativo y con el de expertos, e incluso, si verdaderamente se está trabajando en colegiado pues la experiencia nos dicta que, cuando un equipo internamente enfrenta problemas complejos el espíritu de equipo se va al traste. Estos problemas afloran en los resultados producidos como indicadores de que algo anda mal en la organización. Lo enunciado no es síntoma exclusivo de nuestra era, los actores son los que han cambiado. Si antes se decía: “El Estado soy yo”, ahora tenemos el síndrome de “Yo soy mi puesto” y éstos como aquellos no pueden prever las consecuencias de sus políticas aunque se les advierta.

Tampoco es nueva la obnubilación que se da en algunos por el poder que adquieren ni el desequilibrio en la relación y en la convivencia que se establece, pero así como se transitó de un tipo de gobierno a otro, se precisa pasar de un modelo de administración escolar, obsoleto a los requerimientos actuales, a uno que responda a los desafíos del presente y que a la vez construya el futuro. Platicando en alguna ocasión con un experimentado político nos decía: “No es lo mismo ser gobernante ahora que haberlo sido hace 20 años”, lo mismo podría decirse de las formas de acción ejecutadas en el liderazgo de la educación.

Hay que evolucionar y cambiar al tipo de gestión participativa. No es posible seguir ejerciendo una autoridad impersonal y fiscalizadora, con estructuras desacopladas y cerradas a la comunicación y a la innovación, como en algunos casos se sigue dando. Tampoco se puede seguir trabajando aislada y fragmentadamente, hay que cambiar mentalidades, paradigmas, de todos, pero fundamentalmente de “los jefes” porque el liderazgo que ejerzan favorecerá o dificultará el trabajo en equipo, la cohesión organizacional con una visión de futuro y las intervenciones, sistémicas y estratégicas, centradas en lo pedagógico y no en el reconocimiento y el culto a la figura del que temporalmente está al frente de un puesto de la organización.
Es inimaginable un líder que no haga uso adecuado de estrategias básicas para el buen funcionamiento del grupo como son la participación, la comunicación efectiva, la negociación, el trabajo en equipo, la integración y la motivación de aquellos que están a su cargo o como colaboradores.

Líder que no tenga y maneje tales competencias no pasa de ser “el jefe”, incapaz de emitir juicios de valor integrados en las decisiones técnicas, es quien es porque se le dio un nombramiento, pero no es un líder.