El Corazón de Ah' Canul - 70
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Confinamiento: crisis y esperanza
Teresita Durán
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El inminente arribo del virus a nuestro México ocurrió antes de la primavera, en la antesala de las vacaciones de Semana Santa, la primavera cambió su vestido florido por colores grises, horas de tristeza, semanas de angustia en comunidades y hogares; diminutos destellos de alegría se confundieron en prolongadas esperanzas. Sin avisar, la muerte de seres queridos, vecinos, amigos y paisanos sorprendió a decenas de miles de familias.

La pandemia ha mostrado la fragilidad de la humanidad. Repercusiones desfavorables en todos los ámbitos, el avance científico, desarrollo tecnológico, planes económicos y competencias ciudadanas, resultan insuficientes ante el inminente daño ocasionado en las comunidades y el mundo. La cantidad asombrosa de personas contagiadas, hospitalizadas y fallecidas, el cierre de empresas y negocios pequeños; gente sin empleo, huérfanos, viudas, desintegración familiar, violencia a las mujeres, crisis durante el confinamiento y una larga lista de pérdidas ante ese panorama, la   ciudadanía aún confronta saberes, creencias, usos y costumbres con información acerca del COVID que abunda en fuentes oficiales, redes sociales y de boca en boca –noticias falsas se socializan, remedios, avisos- abonando a la confusión.

Nuestro Campeche resiente el daño, en los municipios un panorama sombrío, algunas veces de incredulidad, otras de desaliento popular; abunda el desempleo, carestía de productos, escasez de dinero en el bolsillo, restricciones de movilidad, por mencionar algunas necesidades. ¡Qué importa el color del semáforo epidemiológico para el estado! Un dígito más o menos no modifica la situación en este momento, en cambio, en lo individual, importa inmensamente si ese dígito representa a alguien cercano a ti.

Ahora el otoño empaca sus noches, se lleva horas de angustia, días de desesperación, momentos difíciles. Deja una estela de resignación en el corazón de personas y familias por el deceso de seres queridos. Tal vez, el dolor persiga por más tiempo; recuerdos abundarán, algunos rostros no volverán a sonreírnos ni volveremos a abrazar.

Te invito seguidor de estas líneas a orar por los que adelantaron su marcha, por los deudos, especialmente adolescentes y niños huérfanos, para que el dolor no empañe su presente ni detenga el futuro de sus vidas. Que el bálsamo de la resignación llegue pronto para sentir en la ausencia, luz y compañía. La muerte es inevitable, el duelo sanador.

Llegará el invierno, con la nostalgia del perfume de los cirios y encendidas nochebuenas en la profundidad de la memoria, tocará el postigo la alegría, llegará con su joyel de optimismo en el pecho anunciando claridad en año nuevo. Se marchará el año con su traje de esperanza, ¿volverá al amanecer?