Calkiní, 28 de marzo de 2006
 
Mensaje para la próxima autoridad municipal de Calkiní
Por Andrés Jesús González Kantún
 
 

Canditado a la Presidencia Municipal:

Desde hace varios años, le he manifestado a los diferentes gobiernos municipales que han ejercido su mandato en Calkiní, una añeja inquietud que me ha estado obsesionando, cual mariposa traviesa revoloteando en mí, al advertir la falta de lucimiento y solemnidad en toda clase de festividades culturales, practicadas en lugares al aire libre, como es el caso concreto del teatro ubicado en la Plaza Cívica.

Plaza Cívica. Foto: 2003
     

Me permito enumerar las siguientes razones que deslucen los espectáculos:

* Las actividades corren el riesgo de suspenderse por el mal tiempo. Los casos no han faltado.

* El público no acierta a apreciar en todo su esplendor un acto, debido a la falta de desnivel del piso.

* De igual manera, las gradas de concreto que desembocan en la terraza de la Plaza Cívica, utilizadas durante algún festival, no están orientadas correctamente en perspectiva con el escenario.

* El ruido producido por la gente, los gritos y obscenidades de los artistas de carpa patrocinados por empresas cerveceras (este tipo de espectáculo permitido por algunas autoridades, por dinero, denigran la buena imagen del pueblo, porque actúan en un lugar donde transita todo tipo de público), y la música de los juegos mecánicos (en Carnaval, Feria Artesanal) desvirtúan cualquier festividad que requiere de atención y respeto.

* La mala imagen que producen los niños al correr de un lado a otro dentro del escenario, en el momento de la participación de los artistas.

* Un teatro muy reducido provoca el abigarramiento de los grupos participantes y en consecuencia evita la fluidez de las evoluciones. En algunos carnavales, varias comparsas -por la cantidad de sus integrantes-, han tenido la necesidad de bajarse del escenario para poder cumplir a cabalidad con sus ejercicios, provocando con ello un desorden en las primera filas y un problema de visualización de parte del público restante.

* El mensaje transmitido por los conductores del programa se diluye por el barullo de la gente que transita entre los puestos de comida y los carros ambulantes.

* A la hora de la entrega de reconocimientos, de parte de las autoridades, el escenario se convierte en un caos por la intromisión de personas ajenas a la actividad, manchando la solemnidad del momento.

* Un escenario falto de vestidores, y si acso, para salir del paso, los organizadores improvisan toldos de alguna empresa de refrescos o cervezas. Este detalle es muy delicado porque expone a los artistas que tienen la necesidad de cambiarse a cada momento por la exigencia del acto, al escrutinio malsano de los acechadores profesionales.

Todas estas inconveniencias señaladas por la experiencia lesionan en buena medida el desarrollo de la cultura de Calkiní y desprestigian la imagen digna de un pueblo que, por antonomasia, se ha caracterizado por el culto a las bellas artes.

     
 

Esta lamentable situación me impulsa, como hijo de esta tierra pródiga, a sugerir, de buen modo, a las instancias precisas (en este caso si llegara usted a la presidencia municipal) mi pesadumbre con la esperanza de que algún día la tome en cuenta y reconozca (ojalá fuera en hechos) que la cultura es parte del alimento de un pueblo.

Destinar recursos económicos en abundancia para el deporte, como es el caso del béisbol (La Liga Estatal Campechana) es un acto encomiable, pero es mucho más meritorio brindarle prioridad a la educación.

Teatro al aire libre, en la Plaza Cívica. Foto: Febrero de 2006.
     

La cultura es la credencial de un ayuntamiento, porque con ella se ve la medida del progreso de un pueblo, abstenerse en darle vuelo al pensamiento es morir estrepitosamente, es sembrar en tierra estéril cuando la sementera en Calkiní se muere de ansias por ser fecundada.

Un teatro para la ciudad con todos los servicios requeridos, cuajaría excelentemente en Calkiní, debido a que la educación es su fuente, pues cuenta con un gran número de escuelas de todos los niveles, desde el inicial hasta el superior, incluyendo las sociedades culturales y de otra índole, sin descontar al H. Ayuntamiento con sus continuas e innumerables actividades anuales. Esta obra sería extraordinario regalo para la ciudad, ya que no permitiría a los usuarios el ejercicio pleno de toda actividad artística o de otro tipo. Un teatro que no dejaría de ocuparse, en ningún momento, durante el año.

Tomar con seriedad esta iniciativa, daría muestras a la administración que sea, sus competencias administrativas y políticas, y la historia local, en reconocimiento, recogería con letras indelebles este paso trascendental. Vale la pena proporcionarle a Calkiní un símbolo a la cultura popular.

Calkiní ya merece un monumento de esta especie, en donde pueda exhibir con orgullo su bagaje en todas las áreas del arte y la cultura; un lugar en el cual el público pueda disfrutar a sus anchas, espectáculos de calidad y de cualquier género.

Calkiní ya debe aspirar a mejores expectativas y educación; la indolencia, la conformidad y la falta de aspiraciones son enemigas del progreso. Nuestra tierra no está acostumbrada a rezagarse, siempre ha sido punta de lanza, presta para enfrentar cualquier lidia y en el campo que sea. Por algo se le ha otorgado el epíteto de "Atenas del Camino Real".

Si pese al esfuerzo realizado por las autoridades en turno no logre encauzar a la realidad esta sugerencia, bien valdría la pena recurrir a otra disyuntiva, como la construcción de otro teatro en la misma Plaza Cívica, pero que sea espacioso, incluyendo baños y vestidores, sólo que habría que cambiarlo de orientación, situarlo enfrente de las gradas del jardín principal, y a la terraza darle un desnivel que permita al público mirar con libertad. Otra opción sería adecuar el auditorio de básquetbol; pero habría que sopesar los problemas que podría acarrear esta salida.

¿Hasta cuando surgirá un presidente en Calkiní que le dé preferencia a la cultura, obviamente sin desligarse de otras disciplinas?

Sin otro particular, reciba un afectuoso saludo de este eterno romántico calkiniense, que sólo ha deseado, siempre, colocar a Calkiní en la cúspide de la grandiosidad.

Prof. Andrés Jesús González Kantún

 
 
Fuente: Texto proporcionado por el Prof. Andrés Jesús González Kantún / Fotos: Santiago Canto Sosa