En los últimos días de octubre y en los dos primeros de noviembre, se conmemora en el municipio a los "fieles difuntos" o "finados", una tradición que ha trascendido por la dedicación que los habitantes ponen a cada una de las actividades para celebrarla.

En instituciones se realizaron concursos de altares y muestras gastronómicas, en la víspera de las noches de vela (en el mercado), a las que acudieron numerosas personas.

El 30 de octubre, el lugar se vio abarrotado por gente que llegó a comprar viandas para elaborar pibipollos al día siguiente, o el 1 de noviembre, como lo hace la mayoría de las familias. Así mismo, señoras y señores adquirieron frutas y dulces para colocar sobre una mesa, en ofrenda a sus seres queridos fallecidos.

Sobrevive la tradición, a pesar de las visiones impuestas por la modernidad, con la mezcla de objetos e ideologías, como se aprecia en la confección de pibi-jamón y queso y representaciones de altares "sintéticos".

El 31 hubo menos afluencia que la noche anterior, pero existieron dificultades para recorrer los pasillos, por la multitud que asistió al sitio.

Durante dos o tres días, nos dedicamos a comer pib, aunque jóvenes y niños prefirieron otros guisados.

El martes, 2 de noviembre, el cementerio estuvo muy concurrido, a lo largo de la mañana y la tarde. Hubo misas; y rezos de dolientes a familiares y amigos muertos.