Los
maestros comprometidos laboraban, en su mayoría, en la
Escuela Secundaria Técnica No. 15 de la misma población,
donde había germinado la idea de fundar una escuela preparatoria
en apoyo a los mismos alumnos que egresaban del plantel. Dicha
chispa (la idea inicial nació del director de la escuela)
fue acogida con regocijo por el personal docente, y no la permitieron
diluirse, por lo que se acordó una primera reunión
en la ciudad de Calkiní en el domicilio del maestro Marcial
Sosa Cabrera, para organizarse. Ahí se formularon las
estrategias más adecuadas para darlas a conocer -en su
momento- al gobernador del estado de esa época, Ing.
Eugenio Echeverría Castellot.
Esta
enorme responsabilidad de gestoría para el reconocimiento
de la escuela recayó, en un principio, en el director
de la escuela, Prof. Benito Rodríguez Cahuich, que con
el apoyo del personal docente, el presidente de la junta municipal
(Prof. Wilbert Euán Moo) y comisarios de los poblados
aledaños, iniciaron los primeros trámites ante
el gobierno del Ing. Echeverría Castellot, pero lamentablemente
no se obtuvo ninguna respuesta favorable, debido a que éste
concluía su mandato constitucional.
Sin
embargo, se decidió abrir el primer grupo con la intención
futura de formalizar los estudios. De modo que se propuso darle
forma a la administración dirigente. En un consenso del
personal docente se eligió al maestro Miguel Pech Pérez,
originario de Dzitbalché, la dirección provisional
de la escuela, pero no se mantuvo debido a otros asuntos de
su incumbencia, y en su lugar se le encomendó el cargo
al profesor Jorge A. Magaña Flores, actual director del
CONALEP “Dzitbalché”, quien con renovados
bríos y mucha voluntad se encargó de gestionar
ante el gobierno estatal del C. Abelardo Carrillo Zavala, la
oficialización de los estudios de los nuevos alumnos.
A él se debe, sin lugar a dudas, la consolidación
de la escuela como una institución educativa reconocida
por la SEP.
MAESTROS
FUNDADORES
Prof. Marcial Sosa Cabrera
Prof. Sebastián Naal
Prof. Anselmo Ordaz Vera
Prof. Miguel Pech Pérez
Prof. Celso Chan Balán
Dr. José Estrada Mijangos
Prof. Jorge A. Magaña Flores (Director)
Profa. Fidelia Sanguino Briceño
Prof. Andrés Jesús González Kantún
(último director)
La
EST No. 15 fue la encargada de cobijar a los primeros 29 estudiantes
de Educación Media Superior. Pero en el segundo año,
por problemas internos que alteraron los ánimos de los
docentes de la escuela tuvo la necesidad de trasladarse a otro
local, la escuela primaria “Felipe Carrillo Puerto”,
situada en el barrio San Román, en donde egresó
la primera generación (1985-1988). Los directores de
esa escuela, que fueron varios, se portaron a la altura de las
circunstancia. El primero fue el Prof. Tirso Collí (+),
y el segundo Santiago Uc Ac.
Sólo
faltaba un detalle: ponerle nombre (un requisito indispensable,
exigido por la SEP, para su consolidación). Así
que se convocó a los padres de familia para deliberar
sobre el asunto. En la presencia de la Directora de Educación
Estatal del Gobierno del Estado, en ese entonces la Profa. Iliana
Illescas Uribe, se tomó el acuerdo de ponerle el nombre
de Nunkiní, aunque se propuso otro, el de Fernando Soto
Angli, pero no fraguó en el espíritu de los presentes
y se prefirió el primero.
Posteriormente,
por insuficiencia de aulas el plantel se cambio a la escuela
primaria “Miguel Hidalgo”, ubicada en el centro
de la población, en donde se evaporaron sus últimas
exhalaciones de vida. Ahí se trabajó en completa
armonía, gracias al buen tino del maestro Abelardo Sánchez
Carrillo, quien fungía como director.
Una
vez oficializados los estudios de los alumnos, se decidió
tramitar ante las autoridades gubernamentales la construcción
de un edificio propio, que cobijara a los jóvenes bachilleres.
A punto estuvo de consumarse si no se hubiera interpuesto una
jugarreta del destino. Era tanta la seguridad de la edificación
que un día la Directora de Educación Estatal,
Profa. Iliana Illescas Uribe, acudió jubilosa a la comisaría
ejidal del pueblo a informar la buena noticia a los padres de
familia, pero sus palabras vertidas con sinceridad se las llevó
el viento debido a una injusta decisión del gobernador
Abelardo Carrillo Zavala, pues éste se olvidó
a propósito del compromiso que había contraído
con el pueblo, ya que el director de otra institución
hermana (en Atasta), carente también de un edificio propio,
le prometió inscribir su nombre, si le construían
la escuela, así que el presupuesto destinado para el
local se trasladó hasta aquel lugar del eterno mosquitero
hematófago.
Esa
promesa no cumplida del mandatario provocó entre la comunidad
escolar y el pueblo en general una tristeza enorme, y más
al percatarse todos que pudo más el seductor halago de
un director de escuela para satisfacer el ego del gobernador
en la obtención de un propósito en contraste con
el trabajo realizado por otro, durante mucho tiempo, en el intento
de lograr el mismo objetivo, pero sin resultados positivos.
Si embargo, el gobernador para atenuar en parte el agravio le
concedió al colegio un pequeño subsidio económico
para apoyar a los maestros que carecían de sueldo y para
los gastos de administración.
Finalmente,
fue en el gobierno del Ing. Jorge Salomón Azar García
(1991-1997), después de la enésima demanda, cuando
se convirtió en realidad aquel sueño truncado
alguna vez, aunque no estuvo muy fácil, pues se recurrió
al apoyo tanto de maestros como de padres de familia, autoridades
municipales y ejidales.
En
la primera gira de trabajo del gobernador en la Junta Municipal
de Nunkiní, el Prof. Gerardo Uc Gamboa (presidente del
lugar) le comunicó al director de la preparatoria (el
autor de este texto) el calendario de visita para el poblado.
De manera que le sugirió que le preparara, en coordinación
con todos los alumnos y padres de familia, una bienvenida impactante
para plantearle la necesidad urgente de la construcción
de un edificio. Cuando el mandatario acudió al pueblo
se le presentó la solicitud, previo obsequio de un petate
multicolor, obra de la artesana doña Salús (Felipa
Salustiana Tzeek Naal), pero en esa ocasión fue un fracaso
rotundo, pues se tuvo la impresión de haberlo contrariado,
ya que contestó en los términos siguientes:
-¿De
modo, jovencitos, que necesitan un edificio?, me parece una
excelente petición, así que les voy a cumplir
su deseo, pero con la siguiente condición: díganle
a su director que se organice con ustedes y salgan por todo
el pueblo a recordarle a los campesinos que aquel apoyo dado
para el campo por el gobierno federal se debe devolver y qué
mejor destinarlo en una obra tan generosa como la construcción
de un edificio escolar ¡así que abusados y a cobrar!
¡Nos vemos!
La
concurrencia quedó asombrada por aquella salida tan fuera
de tono y dicha sarcásticamente. ¿Cómo
se atrevía el gobernador a solucionar un problema a través
de terceras personas que no tenían nada qué ver
con aquel asunto? Era obvio que no se le iba a seguir la corriente,
habría que tener más paciencia y esperar otra
mejor oportunidad. Aunque aquella actitud desalentadora y grosera
de su parte era justificable, pues el gobierno anterior no había
podido conseguir que los campesinos cubrieran sus adeudos de
apoyo para el campo. Por eso él en el inicio de su gobierno
quiso convencer, como nadie lo había hecho, al pueblo
para que cumpliera con ese compromiso, pero nunca lo logró.
Sin embargo, pensó que canalizando esa deuda a una obra
de beneficencia, el pueblo de Nunkiní reaccionaría
favorablemente, pero se equivocó. Los apoyos para el
campo que acostumbra dar el gobierno pocas veces se recuperan.
Un
alumno de la misma institución, a pesar de haber sido
testigo de la conducta arisca del gobernador, quiso probar suerte
y se le acercó para solicitarle una bicicleta para su
transporte.
-¿Así
que quieres una bicicleta?
-Sí señor.
-¿Y cuántos kilómetros recorres diariamente?
-10, de Santa Cruz Ex Hacienda hasta este lugar.
-¡Ah!, son muy pocos, no vale la pena gastar en un vehículo.
Benito Juárez para asistir a Guelatao lo recorría
diariamente a pie y eran muchos más kilómetros
que la distancia a tu pueblo, de manera que no lo necesitas.
¡Haz ejercicio, no seas flojo!
Así
inició su período el gobernador, tumbando caña,
pero a finales de su gobierno cambió radicalmente su
carácter. Había aprendido que a un pueblo se le
debía tratar con humildad y saberlo escuchar.
El
tiempo voló y la historia se repitió, otra gira
de trabajo, pero en esta ocasión era una visita relámpago
y sin dársela a conocer a nadie. Sólo por la agudeza
política y por el amor a su tierra, el presidente de
la Junta Municipal, Prof. Gerardo Uc Gamboa, obtuvo la secreta
información, la cual hizo llegar al director de la escuela
para que intentara nuevamente otra entrevista. Esta vez la suerte
estaba de parte de la comunidad escolar, porque el terreno ya
adquirido quedaba en el paso de la caravana de las autoridades;
era cuestión de astucia y determinación para cerrarle
el camino y recordarle de nueva cuenta aquella solicitud pendiente
en resolver. Así se actuó.
Se
invitó a los padres de familia, a los amigos del pueblo,
a los alumnos y maestros quienes se apostaron a la vera del
camino en espera de la comitiva. Cuando se asomaron los adelantados
del contingente, el primero que se acercó a dialogar
fue el presidente del Honorable Ayuntamiento de Calkiní,
Prof. Abelardo Mayor Cuevas, quien se sintió extrañado
por la presencia de tanta gente, pues en verdad ni él
sabía lo que se había tramado. Se le informó
del motivo de la conglomeración y no tuvo más
remedio que acomodarse a las nuevas circunstancias.
El
gobernador, al observar la inusitada presencia de una gran cantidad
de personas, se acercó diciendo:
-Amigos
de Nunkiní, no es necesario que me planteen de nuevo
el motivo de este singular encuentro, yo ya me lo imagino, muy
claro me lo han manifestado en múltiples ocasiones. Pues
bien, les voy a mandar construir el edificio de su escuela,
pero con la siguiente condición: que a cambio de una
preparatoria estatal, ésta se transforme en otra de diferente
modalidad, ¿les parece?
La
muchedumbre no titubeó ni un instante y aceptó
la proposición.
El
gobernador continuó:
–A
este pueblo le conviene un Colegio de Bachilleres, pues en este
tipo de escuelas tanto el gobierno estatal como el federal comparten
responsabilidades de patrocinio económico, mantenimiento
y administración; una escuela con estas características
podría gozar de muchas prerrogativas como una infraestructura
de calidad en materiales, y un personal docente y administrativo;
en otras palabras, tendrá en mi gobierno la suficiente
fuerza para apoyarlos, ¿están de acuerdo? –reiteró.
Ahora,
la respuesta de la gente fue más fuerte, y prorrumpió
en un estruendoso aplauso de satisfacción.
Por
fin, el pueblo de Nunkiní le había roto al gobernador
su carapacho de invulnerabilidad, que había demostrado
en un principio. Ahora, era otra historia; una bella historia
hecha realidad. La Preparatoria Estatal por Cooperación
“Nunkiní” tendría su propio edificio.
El
cambio de modalidad de una escuela a otra traía sus propias
consecuencias en contra de los fundadores y eso lo sabían
todos, ¿pero a quién le importaba esas especulaciones
en esos instantes? Lo importante era el bienestar de los futuros
alumnos aun a costa de la desaparición de la preparatoria,
como finalmente sucedió.
Con
esa propuesta del gobernador se anunciaba el descanse en paz
de la escuela, aunque era doloroso reconocerlo había
que aceptarlo; era un cambio muy necesario si estaba de por
medio mejores perspectivas de mejoramiento para las futuras
generaciones. Valía la pena, pues los alumnos iban a
ser favorecidos en todas sus necesidades como en el pago mínimo
de colegiatura, la oportunidad de obtener becas de apoyo, maestros
de tiempo completo, en fin, una andanada de beneficios que les
proporcionaría más calidad en sus estudios y una
permanencia placentera.
Finalmente,
se construyó el edificio escolar, pero los primeros inquilinos
no fueron los alumnos de la preparatoria, aunque ganas no les
faltaron. Ni tampoco fue ocupado por el COBACH.
Fue
a principios de septiembre de 1996 cuando se inaugura enfrente
del palacio del pueblo el inicio de un nuevo modelo de estudios,
el COBACH de Nunkiní.
La
última generación de la escuela preparatoria (décima,
1994-1997) y la primera generación del COBACH convivieron
un año en la escuela primaria en un ambiente de plena
fraternidad, en un espacio en el cual se mezclaron los hermanos
mayores con los menores. La dirección de ambas modalidades
estuvo a cargo del mismo director.
A
finales del gobierno del Ing. Jorge Salomón García
le cupo el honor de inaugurar el edificio escolar en la tierra
del petate y la sandía. A él se le debe la construcción
del edificio escolar y la implantación de esa nueva modalidad.
Cuando
se hubo instalado la nueva escuela (segundo año de la
primera generación) en el edificio que actualmente ocupa,
el director por motivos de incompatibilidad (trabajaba en turno
matutino en la EST No. 3 de Calkiní) ya no pudo continuar
porque se exigía tiempo completo.
En
una ceremonia emotiva, en el frente del Palacio Municipal, en
junio de 1997, la Escuela Preparatoria Estatal por Cooperación
“Nunkiní” se despide por última vez
de la comunidad nunkiniense, habiendo cobijado en sus aulas,
durante 12 años de ininterrumpida actividad, a 333 alumnos;
10 generaciones de jóvenes campiranos que con bastante
sacrificio lograron consumar sus anhelados sueños para
continuar sus estudios, ya que la escuela preparatoria les dio
su tiempo, espacio y oportunidad para vislumbrar un futuro más
prometedor para labrarse un porvenir como profesionales, en
la medida de sus aspiraciones, en la dura tarea por la supervivencia.
Una
Escuela Preparatoria Estatal por Cooperación que surgió
y se sostuvo por un breve tiempo, gracias al apoyo desinteresado
de las autoridades de todas índoles, docentes, padres
de familia, amigos y pueblo en general, pero cuando intuyeron
las ventajas que proporcionaría una nueva escuela, aunque
de diferente tipo, no titubearon en permitir su creación,
porque sabían que los únicos beneficiados serían
los hijos de Nunkiní y de lugares cercanos.
Cierto,
la escuela preparatoria ha concluido ya su misión benefactora
para la que fue creada y con ella se fue todo un caudal de recuerdos,
ilusiones, pesares varios, incubados en los corazones de todos
aquellos alumnos que se pasearon y se rompieron la cholla estudiando
en sus aulas y que siguieron un camino por diferentes rumbos
en la búsqueda de sus aspiraciones más deseadas
o tal vez flaquearon y se rezagaron. De igual manera, se fueron
también aquellas personas que desinteresadamente cooperaron,
sin descanso, durante 12 años en la formación
de los jóvenes a quienes les entregaron el corazón
y la savia excelsa del conocimiento. Para éstos no hay
medida alguna para agradecerles el favor de su prestancia docente
a favor de los hijos de Nunkiní.
Mención
especial merece de igual forma el Sr. Fidencio Suárez
Chi, pues en su calidad de presidente de los padres de familia
cooperó en la organización de festividades para
agenciarse parte de los recursos económicos para la obtención
del terreno en donde se construyó la escuela. Él
fue quien convenció al dueño original (Sr. Ermilo
Cahuich) para que cediera sus derechos. Este bohemio nunkiniense
merece otro reconocimiento de parte de quien escribe.
Finalmente,
el COBACH de Nunkiní será siempre la heredera
póstuma de una escuela que nació para morir, pero
sabe que ese sacrificio de la hermana mayor no fue estéril. |