El
Ministerio de Sanidad y Consumo ha decidido premiar iniciativas
que fomenten la innovación y la calidad en el Sistema
Nacional de Salud, cuando parece que faltan médicos,
ya no digamos especialistas, sobre todo en el lugar y en el
momento preciso. Quizás el fuerte aluvión de
negligencias médicas acaecidas en los últimos
tiempos, tengan algo que ver con esta falta de recursos humanos.
No es mi intención criticar las modalidades de estas
distinciones, siempre y cuando no se politicen y se entreguen
en justicia a aquellos centros, instituciones, equipos o servicios
de salud que lo merezcan objetivamente, por su trayectoria
y buen servir a todos los ciudadanos; sino más bien
poner el acento en necesidades perentorias como puede ser la
medicina de familia, totalmente desbordada por el flujo migratorio
entre otros factores, cuando no desacreditada.
Más allá de unos premios, que poco pueden hacer
para lavar la imagen de un sistema incapaz de poner orden mediante
métodos eficaces que coordinen, planifiquen e integren
a todos los profesionales sanitarios, considero prioritario
cubrir el déficit de profesionales. Además si
lo que se tiende es a reducir el tiempo de trabajo, a favor
del tiempo de familia y ocio, habrá que tener esto en
cuenta para un futuro inminente. Téngase presente que
la población española está creciendo a
un ritmo vertiginoso, sobre todo por la entrada de emigrantes.
En este sentido, la coordinación por sistemas informáticos
avanzados puede facilitar informaciones y evitar pruebas que
ya han sido realizadas. Antes de que sea demasiado tarde, Sanidad
a través de sus Sistema Nacional de Salud, debiera considerar
estos palpables desajustes entre la demanda o necesidad, frente
a la oferta.
Tampoco
es comprensible que existan crecientes desigualdades entre
unas comunidades autónomas y otras, en cuanto
a la distribución de los efectivos médicos y
demás recursos. O que no se realicen más acciones
efectivas de vigilancia, control, actualización y defensa
de la salud ante las progresivas agresiones de origen medioambiental.
O que exista sólo en el papel un centro de coordinación
para la prevención de esa lacra actual, la violencia,
que exige prevención y ayuda inmediata… En cualquier
caso, el mejor premio que puede otorgársele a la ciudadanía,
sin duda, es mejorar su calidad de vida que pasa por mantener
un régimen público de Seguridad Social con garantías
de asistencia eficiente y eficaz, a cualquier hora y en cualquier
sitio, sea periodo vacacional o invierno.
Al
fin y al cabo, la salud es el reloj que nos marca el tiempo,
la unidad que da valor a todos los ceros de la vida. El Estado
debe estar alerta para dar cuerda al Sistema, que no se pare
y que funcione bien. Los premios, luego, vendrán por añadidura.
Serán dados por los ciudadanos. El pueblo siempre es más
objetivo que cualquier sistema por transparente que se defina. |