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Una entrevista con el Pbro. José Luis Betancourt Escalera
 
 
 

José Luis Betancourt Escalera nació el 10 de septiembre de 1957, en Periban, Mich., a espaldas de la Iglesia parroquial. Sus padres son: don Luis Betancourt Moreno y doña Ma. de Jesús Escalera Medina (q.e.p.d.). Es el mayor de ocho hermanos, seis hombres y dos mujeres, una de ellas religiosa de las Operarias de la Sagrada Familia.

¿Padre, como nació su inquietud hacia el sacerdocio ministerial?

Fue un desarrollo silencioso, en el que Dios se fue haciendo presente en mi vida, de manera especial a través de la oración de mi madre, de la oración de la familia para pedir a Dios por las vocaciones, por los sacerdotes, por las misiones, etc.

Pbro. José Luis Betancourt Escalera, párroco de Calkiní desde el año 2004
 

Se fue dando también, en el contacto con algunos de los familiares que son sacerdotes y religiosas que nos visitaban, aunque en un principio el llamado no fue claro, se fue dando paso a paso. Se dio la invitación por una insistente religiosa de las Operarias de la Sagrada Familia, la Hna. Angelina Tejeda.

¡Ah, que monjita!, y que espero siga pidiendo a Dios por mí en sus oraciones.

Un día, ingresé al instituto de los Misioneros de la Sagrada Familia, que tiene su casa central en la ciudad de Uruapan, Mich., donde poco a poco fui conociendo la misión que el Señor le había encomendado a la Iglesia, y los diversos campos en los que podemos servir.

Teniendo aunque de manera difusa, pero a la vez viva la presencia del fundador de los M.S.F., hoy Siervo de Dios el Pbro. Don José Ochoa Gutiérrez, sacerdote de la Diócesis de Zamora, sacerdote en el pleno sentido de la palabra, lleno de sencillez y vida espiritual, y que ha dejado para el Instituto una imagen de entrega y santidad.

¿Porque decidió ser sacerdote?

Ya como religioso de los M.S.F. tenemos la opción de servir en los direrentes campos que el Instituto atiende en las diferentes diócesis de nuestra patria: colegios, parroquias, misiones. Para mí, fue un largo camino en diferentes campos de trabajo, inicié por el trabajo manual en las granjas y en las huertas que tiene el Instituto para ayudarnos en la formación y apoyar economicamente las casas de formación.

Después participé en el campo de la educación, mientras estudiaba la Normal, de ahí pasé al trabajo, y más tarde al apostolado de la parroquia que siempre me había atraído, con esa experiencia en los diferentes campos de apostolado del Instituto, se fue perfilando en mi vida el servir al Señor dentro del presbiterio, donde mis superiores dieron su parecer en ese entonces el hoy Obispo de Tacámbaro, Mich., Don José Luis Castro Medellín.

Cursé mis estudios en el Seminario Diocesano de Morelia del cual guardo gratos recuerdos, porque fuimos un grupo numeroso y nos ordenamos 25 compañeros, teniendo entre nuestros maestros a Don Carlos Suárez Cázares y otros que hoy ocupan diferentes sedes diocesanas.

¿Cuál fue su experiencia más grata de su estancia en el Seminario?

El descubrir todo el campo al que Dios me llamaba a cultivar con cariño, y el amor a los pequeños poblados y en la relación con todo el pueblo de Dios. Así fue dándose mi vocación y eso ha sido hasta el día de hoy donde el Señor me ha llamado a servir, y me siento feliz por su llamado.

¿Qué fue lo que más le ayudó a madurar su opción vocacional?

La entrega, la generosidad, la sinceridad y el amor de muchos de mis hermanos religiosos, entre otros: el Hno. Ernesto Montañez, hombre de Dios, maestro y religioso de generaciones, el Sr. Obispo, Don Miguel Patiño, mi maestro en el noviciado a quien le debo mucho de mi formación, al Pbro. Rafael Calderón, mi primer párroco, que con su alegría y risa franca a pesar de sus años festejaba su vida y consagración. A la fe, al apoyo de mi familia y amigos, que con su cariño y oración estuvieron junto a mí en muchos momentos y me han ayudado a amar lo que soy, gracias a todos.

¿Qué le diría a los jóvenes que tienen inquietud vocacional?

Hay tantas cosas que me gustaría decirles, pero esto es un espacio pequeño para hacerlo, sólo me gustaría decirles lo que ya dijo el Señor y que no es algo nuevo, sin embargo es algo siempre presente: ..." La mies es mucha y los trabajadores pocos..." Ven y sígueme... Pero a veces hay tantas cosas que te preocupan y te turban en la vida... Cuando una sola es necesaria..." (Ver tex. Bíblicos).

Escuchen esa voz y verán que hay un lugar para ustedes en este campo, y el Señor sigue llamando hoy, pero a veces hay tanto ruido y diversión en la vida de los jóvenes que se olvidan de escuchar a Dios, estén atentos y dejen que Dios hable a su corazón.

¿Qué palabras le dirigiría a los seminaristas?

Sean valientes muchachos, sean generosos para darle al Señor y no lo hagan a medias, háganlo con apertura de corazón, con voluntad firme, cultiven esa vocación hasta en los pequeños detalles de la vida y ténganlo por seguro que el Señor les dará el ciento por uno y la vida eterna. Quieren más que la palabra de Él. ¿No creen que sea suficiente garantía para que lo sigan?

 
El padre José Luis Betancourt, en diferentes actividades
 
Fuente: Revista Caminos, Año 2, época II, No. 11; Septiembre de 2004. Texto enviado por Carlos Martín Carvajal Medina, el 10 de diciembre de 2005. Fotos: Santiago Canto Sosa.