Dulce Heredia Lira

El hermano sándwich

 

Siempre era lo mismo para Ángel, estaba en medio una vez más de una trifulca entre Luis y Ana, sus hermanos. El los miraba reprocharse mutuamente por un juguete que Luis tomó sin permiso del cuarto de Ana. Y ahí Ángel, entre ellos, intentaba evitar que la trifulca se convirtiera en tragedia.

Es la cruz que debo cargar -pensó-, es la cruz que debemos cargar los hermanos intermedios; cómo me gustaría ser el hermano mayor para mandar o el hermano menor para que me conscientan; pero no, tenía que ser el hermano sándwich. Esto meditaba Ángel, cuando esquivó un zapato que volaba hacia él y detuvo a Anita que quería aventarle a Luis la lámpara favorita de su mamá. Esto es el colmo -gritó- y decidió dejar de ser el mediador.

Día tras día, los últimos 5 de sus 8 años, no había sido más que la parte media entre sus hermanos. Esa vez, en especial, Ángel caminaba cabizbajo, ideando la manera de resolver ese conflicto familiar, cuando encontró tirado un reloj; era un reloj viejo y sin chiste, pero Ángel lo recogió, pues hace tiempo que le pedía a su mamá uno, pero hasta ahora nada. Así que pensó: Se lo voy a llevar al relojero para que me lo arregle; dicho esto, fue al establecimiento y le mostró el reloj. Al verlo, el relojero no sabía qué hacer con un reloj tan viejo y destrozado. Como no quería desilusionar al niño, rascándose la cabeza dijo: Este reloj es mágico, no debes moverle ninguna pieza, úsalo así y pronto te dará cuenta de sus poderes. Ángel se emocionó y ni tardo ni perezoso se puso el reloj y fue corriendo a su casa a mostrárselo a sus hermanos.

Al llegar, otra vez había una trifulca. Ángel se entristeció y miró su singular reloj, como queriendo comprobar sus poderes mágicos y, sorprendentemente, sus hermanos desaparecieron. Él comenzó a buscarlos por todos lados, pero nada. Qué angustia sentía por haberlos desaparecido. Se imaginaba el momento en que sus padres regresarían a casa después del trabajo; qué le iba a decir a su mamá.

Recordó su reloj, lo miró nuevamente y cuál no sería su sorpresa al verlo trabajar; lo mejor era descubrir a Luis convertido en minutero y Ana en segundero dentro del reloj. Entonces dieron las 12:00, las manecillas se juntaron y por primera vez no pelearon.

¡Bravo! -gritó Ángel-; logré que se junten. Ahora el problema está en regresarlos a casa. Bueno -pensó-, quizá eso pueda esperar un poco, siempre he querido saber qué se siente ser hijo único.


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Fuente: Diaria Avis. Antología Literaria del Grupo Génali. Ayuntamiento de Calkiní, Campeche, Ediciones Nave de Papel, Bacalar, Quintana Roo, 2001, 154 p.

ABRIL DE 2002

Grupo Génali (neros Narrativo y rico)